¿En qué se parecen y diferencian las revoluciones árabes del 2011 con las europeas del este de 1989?
El 14 de Enero cayó la dictadura de Ben Alí, quien gobernó Túnez desde 1987, dos años antes que cayera el muro de Berlín. Entre las protestas que fueron tumbando gobiernos como fichas de dominó en el antiguo bloque pro-soviético y entre las que hoy sacuden a varias longevas autocracias musulmanas se pueden encontrar algunos elementos comunes: su carácter masivo, espontáneo y anti-autoritario, que debilita y neutraliza a las FFAA y que se contagia por toda su región.
No obstante, hay significativas diferencias entre los levantamientos populares que se dieron dentro del antiguo Pacto de Varsovia a fines de 1989 con los que se vienen dando a comienzos del 2,011 en la Liga Árabe.
En los primeros, la movilización fue contra dictaduras de un partido único comunista que regían economías estatizadas y planificadas. En éstas el dinero no servía tanto para crear capitales o empresas privadas sino como una unidad contable. Allí la vivienda, el empleo y la educación estaban garantizadas casi de por vida y para todos. No obstante, la población cuestionaba la escasez o baja calidad de sus productos, el Estado policial y los privilegios de la Nomenclatura.
En Europa oriental las mayorías responsabilizaron al ‘socialismo’ de sus penurias mientras que veían con envidia que al oeste de su continente la población tenía mayores ingresos y libertades, y mejores y más variados productos. Por ello éstas se volcaron a apoyar a las corrientes e iglesias pro-occidentales, incluyendo a los socialdemócratas. En cambio, quienes postulaban una salida izquierdista queriendo ‘democratizar’ e ‘internacionalizar’ el plan, quedaron muy marginados.
La desintegración del bloque soviético implicó la mayor victoria que haya tenido el capitalismo liberal, la reunificación alemana y con ello la creación de la gran Unión Europea y la hegemonía global de EEUU.
En los segundos, sin embargo, los levantamientos sociales se dan contra autócratas pro-occidentales. Todas ellos dominan capitalismos entrelazados con corporaciones europeas o norteamericanas. A diferencia del ex ‘bloque socialista’, quien tenía menores niveles de desigualdad social, el mundo árabe es uno de los más socialmente polarizados del mundo y que contiene altas tasas de miseria y desempleo.
Las tiranías que sienten la sacudida no son tanto las nacionalistas de Siria o Libia, sino las que han estado más ligadas a los EEUU como Túnez, Egipto, Jordania o Yemen. Los sindicatos han jugado un rol importante en Túnez y ello podría extenderse.
Por otra parte, si bien en las movilizaciones árabes no hay un marcado acento islámico, allí operan fuertes corrientes nacionalistas que quisieran un tipo de república musulmana anti-EEUU como las que pregonan Irán, Hizbola o Hamas (los 3 se sienten hoy fortalecidos).
EEUU y sus aliados se encuentran ante un dilema. No pueden apoyar a sus antiguos socios dictatoriales pues ello haría que la protesta se radicalizase y acabase imponiendo nuevos gobiernos ‘anti-imperialistas’. Por otra parte, deben tratar de buscar reemplazos para éstos pero buscando hacer transacciones con los opositores y evitar que la presión social produzca más explosiones.
Mientras que el túnel que se abrió en el muro de Berlín terminó favoreciendo a Washington, lo más probable es que el abierto por Túnez le debilite, así como a sus aliados europeos, musulmanes e israelíes.