¿Amigos y amigas que dirán de mi? Son miedos los que me hacen decirlo, y más miedos para hacerlos hablar
No voy regresar a tus letras, solo te escribo mientras estoy más que encendida. No voy a parafrasearte como muchas y muchos acostumbran; y puede ser que esta sea mi primera equivocación. Tu filosofía hablaba de un “Super-hombre” y como estoy clara de que en nuestro idioma esto denota la ausencia del sexo femenino, lo renombraré “Super -ser humano”; te referías a este ser consciente y pensante que había abandonado toda “moralidad alemana”; el querer ser bueno, el querer ser sensible, el querer ser más humano asociado a la benevolencia para con los débiles.
Solo hay una parte en la cual nunca vamos a estar de acuerdo, definir categóricamente a niñas, niños, y mujeres de cualquier edad como débiles; porque solo es en cierto sistema, con cierta estructura sociocultural, enraizado en ciertas sociedades humanas, donde se convierte en una realidad; y en este sentido no lograste elevarte como lo hiciste en todo lo demás.
No espero perdones mi manera de escribir, y ciertamente no necesito que lo hagas, te escribo para aclarar algo entre vos y yo; primero, creo que lo que querías decir en tus libros es que las personas somos una fuente, capaces de generar cualquier cosa desde nuestra mente, la mente y la conciencia, como me dijo un amigo (no lo leí en ningún lugar, seguro él sí) es la infinita capacidad de reinventarse, y desde ahí tenemos una ventaja cósmica.
Segundo, ya sabias que esa supuesta moralidad se basaba siempre en ver a la persona como un espectador de tu vida, incapaces de conocernos a nosotros mismos, venimos condicionados a sentir emociones falsas, y desde ahí estamos perdidas y perdidos. Por eso decías que lo peor era sentir lástima, querías que viviéramos la verdad, nos doliera y la gozáramos como estoy segura que lo descubriste muchas veces, gozaste Nietzsche por sentir tus pies congelados por el frio, y tu estomago vacio, era real, ¿hubieras preferido estar abrigado? Lo estuviste, y también lo disfrutaste; porque estabas ahí, en la realidad de tus uñas sucias, y de las nubes hablando de otras latitudes. Lo que te dolía era ver a tantas personas aparentando, que solo “hacen lo que pueden” y cómodamente regalan un plato de comida, y tal vez un abrigo al frio, pero no están dispuestos a ir siempre más allá, a elevarse sobre él: ¿Por qué?
Por ejemplo, le doy 2 horas de mi tiempo a mis amistades, y solo en 5 capsulas de 5 minutos cada una me atrevo a decirles unos trozos de la verdad, una verdad que se mueve a través del tiempo, que vibra, y que duele, porque todo lo realmente bello es difícil. Pero es su mirada, su mirada que me dice no quiero saber lo que sabes, solo quiero que me hagas sentir que me miras, solamente. Y no quiero mentirles yo he estado en su posición muchas veces, el punto es que no andamos buscando lo que decimos buscar, nadie dice la verdad, y quien la dice, bueno, ya sabemos que le pasa a quien la dice, y la vive (depende de la sociedad en que se encuentre).
Tercero, decías amar a la humanidad, hasta ahora lo vi así tan simple, te amabas, te dabas el único e inextricable placer de crecer y compartirte, lo harías con tus libros, querías que todas y todos te acompañáramos a esa verdad, al amor por uno mismo, al amor a la humanidad, a la verdad de la vida. ¿Amigos y amigas que dirán de mi? Son miedos los que me hacen decirlo, y más miedos para hacerlos hablar.
Querido Nietzsche ojala y goces mucho con esta carta, la verdad me haría más que feliz.