Cuando William estaba de nupcias sus tropas asociadas dieron muerte al hijo de Gadafi quien era de casi su misma edad
Libia y el Reino Unido tienen varias cosas en común. Sus países quedan casi sobre el mismo meridiano. Los británicos fueron la última potencia extranjera en ocupar militarmente la mayor parte de Libia, mientras que el peor atentado militar que haya sufrido el Reino Unido en su territorio después de la II Guerra Mundial fue perpetrado por libios quienes en 1988 volaron un avión civil en Escocia.
Si Elizabeth II, en el trono británico desde el 6 de Febrero de 1952, es la monarca occidental que más tiempo lleva en su puesto, Muammar al Gadafi, quien substituyó al rey Faisal I en Trípoli con un golpe el 1 de Septiembre de 1969, es el líder republicano que más dura en el poder.
El mismo día en que en el palacio de Buckingham se festejaba el matrimonio de William, nieto y heredero de Elizabeth II, la residencia de los Gadafi en Trípoli fue bombardeada por la coalición que celebraba dicha boda. Si bien el jerarca libio se salvó, fueron asesinados 3 de sus nietos menores de edad y su sexto hijo Saif al-Arab.
Saif al-Arab era coetáneo de William, pues ambos nacieron en 1982. La suerte de estos veintiocho-añeros no pudo ser tan distinta. Al mismo tiempo que William se convertía en el Duque de Cambridge y que su boda se trasformaba en la más televisada del siglo, a Saif, quien no era un jerarca militar, se le arrancaba la vida sin que la prensa hablase mucho de ello. Cuando William se sentía en el cielo en su luna de miel, los amigos de Saif bien pueden clamar que él se fue al cielo.
Los medios de comunicación occidentales se han llenado de titulares mostrando a Gadafi como un verdugo de su propio pueblo, pero no le gusta hablar de los cientos de víctimas civiles que han producido los bombardeos de la OTAN.
Apenas empezó la intervención en Libia, la prensa británica pedía las cabezas de toda aquella personalidad británica que hubiese hecho algún trato con los Gadafi. Poco antes del inicio de la guerra libia estuve platicando con el rector de la London School of Economics en un homenaje al más ilustre arabista de dicha universidad. Sin embargo, a las pocas semanas nos enteramos que a él se le había presionado para que renuncie debido a que había aceptado donaciones libias para la institución y porque allí se había doctorado otro hijo de Gadafi (que también se llama Saif, pero al-islam), el mismo que, sin haberme percatado entonces, habría sido mi compañero de universidad.
Esa extrema meticulosidad en ver todas las barbaridades de los Gadafi no se aplica a la de los peores tiranos del mundo islámico. Todas las familias reales árabes fueron invitadas a la boda de William. Dentro de éstas están quienes armaron a Al Qaeda y a otros terroristas islámicos, que no permiten elecciones, partidos e incluso iglesias, que privan de derechos a la mayoría de su población, ya sea por ser mujeres, por no ser sunitas o por ser inmigrantes, y que vienen reprimiendo brutalmente a las marchas pro-democracia de Bahréin.
La prensa británica poco habló de esos huéspedes de la reina así como de que la guerra libia ya no es una supuestamente para evitar que Gadafi mate civiles sino para eliminar a la familia gobernante, aunque varios de ellos sean civiles o menores de edad.
Cuando a los nietos de Gadafi se les enterraba, Obama autorizaba el plan para eliminar a Osama. Gracias a ello en el mundo ya no se habla del asesinato de los nietos del dictador libio sino que se realza la carta blanca a la Casa Blanca para hacer ejecuciones extrajudiciales.