Los resultados electorales del domingo fueron claros. En Nicaragua, el triunfo de Daniel Ortega sella el poder de la izquierda por encima de cualquier reclamo de fraude o controversia constitucional. En Guatemala, el ex general Otto Pérez Molina resultó vencedor en segunda vuelta, pero de los 11 precandidatos presidenciales, solo una, Rigoberta Menchú, representaba a la izquierda. Así, Pérez Molina ratifica el poder de la derecha en su tierra..
“En Centroamérica resulta que la gente común y corriente ya no se adhiere a conceptos ideológicos, ya no piensa en términos de derecha o izquierda”, dijo el ex vicepresidente guatemalteco Eduardo Stein en entrevista con Univision News. “La gente ha votado por el que creen que les resolverá sus problemas”.
Tal parece ser el caso de Pérez Molina en Guatemala. Su campaña se erigió alrededor de su fuerte retórica de lucha contra el crimen, con lo que se ganó el apodo de “Robocop”, en referencia a una popular película sobre un eficiente policía robótico. Según las autoridades, Pérez Molina ganó con más del 53% de los votos por encima del empresario Manuel Baldizón, que quedó segundo con 46%.
¿El fraude de Ortega?
Las elecciones de Nicaragua causaron gran preocupación entre prensa y observadores debido a diversas irregularidades –restricciones al monitoreo independiente, insuficiencia de cédulas de identidad en las regiones opositoras al gobierno, organismos nacionales con credenciales denegadas– las cuales desembocaron en enfrentamientos violentos en la zona sureña de Masaya; 12 personas fueron heridas y 18 fueron detenidas. El Consejo Supremo Electoral –cuyas autoridades fueron ratificadas de manera forzada por Ortega– declararon vencedor al presidente con 62,65% de los votos. El segundo puesto fue para Fabio Gadea con 30,91%. La oposición ha declarado que desconoce estos resultados y ha denunciado fraude.
Stein, quien fuera dos veces jefe de la Misión de Observadores Electorales de la OEA en el Perú, explica que Ortega ha mostrado una “extraordinaria habilidad” que puede resumirse en tres puntos: “Ortega fue políticamente autoritario, socialmente populista y económicamente pro-empresariado”.
En el caso de Pérez Molina, muchos miran con recelo el hecho que se trate del primer militar en el poder desde la vuelta de Guatemala a la democracia en 1986. El ejército guatemalteco ha sido criticado con firmeza por diversos casos de abusos de derechos humanos y las matanzas de miles de indígenas. A eso Pérez Molina contrapone su propuesta de aumentar la presencia del ejército estadounidense en el país.
Cosa radicalmente opuesta a Ortega, quien recibiera llamadas de felicitaciones de Hugo Chávez y Fidel Castro.
“Chávez piensa que Ortega comparte su retórica antiestadounidense”, dijo Stein. “Pero Ortega nunca llegó al extremo de implementar las reformas socialistas que a Chávez le gustaría. Por otro lado, la población de Guatemala está más preocupada por el incremento de la violencia, algo que no ocurre en Nicaragua. En Guatemala, la gente también está preocupada por las cantidades de dinero filtrándose en las instituciones y que corrompen al sistema”.
Al final, según Stein, ambos países tienen algo en común: “Ambos votaron por la estabilidad. La gente en ambos países ha votado por lo que más les conviene”.