El, 1 de septiembre, Gadafi celebro un aniversario más del golpe que en 1969 le llevó al poder. A diferencia de las previas 41 veces que conmemoró ello él no podrá hacer grandes eventos o concentraciones pues, por primera vez en su historia, está clandestino viendo cómo las principales ciudades y la mayoría de su país son tomadas por sus enemigos. En 1969 él tenía 27 años y aparecía como un ‘modernizador’ que destronaba a un autocrático rey (Idris I) creando una república, tal y cual había pasado antes en los entonces 3 reinos más poblados del mundo árabe (Egipto 1953, Irak 1958 y Yemen 1962).
En todos esos casos el derrocamiento del monarca absoluto pro-occidental dio paso a un régimen nacionalista que chocaba con las antiguas potencias coloniales europeas, EEUU, Israel y con las remanentes realezas de la península arábiga y Marruecos; que ampliaba el rol del Estado en la economía; y que efectuaba obras populistas de beneficios sociales para disminuir el analfabetismo y las graves diferencias entre clases y sexos.
Los nacionalistas republicanos de las ex monarquías de Egipto, Irak, Yemen, Libia y de nuevas repúblicas como Argelia o Siria no instauraron economías y democracias liberales. En vez de multipartidismo todo el poder se concentró en un partido o movimiento que se reclamaba socialista, pan-arabista o anti-imperialista. Las economías de mercado no fueron abiertas y dejaron que allí creciesen las empresas públicas, muchas de las cuales se tornaron en entes corruptos o de clanes enroscados al poder.
En todos estos casos el primigenio nacionalismo radical e igualitarista devino en una tiranía personal represiva, basada en un estilo de vida opulento que hacía renacer las desigualdades nacionales, que reprimía a minorías étnicas y que volvía a hacer buenos tratos con las mismas potencias a las que ellos antes llamaron a combatir.
Gadafi, quien quiso ser el ‘Fidel Castro’ africano y en los 1980s financió al IRA y al ETA y a los mayores atentados en Alemania y Escocia, terminó congraciándose con EEUU, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, haciendo billonarios contratos con ellos y erigiéndose como un aliado suyo contra Al Qaeda e Irán. Gadafi expulsó a la mayoría de los palestinos de Libia, cuestionó a Hamas y pidió formar una Israeltina basada en la unión entre Israel y Palestina.
Antes del 2011 Occidente saludaba a Gadafi por haber auto-eliminado sus armas de destrucción masivas y lo presentaba a Gadafi como un modelo a seguir por todos los nacionalistas del mundo, mientras que él o sus hijos podían ser parte del jet set internacional y dueños de empresas o clubes deportivos europeos.
Ni los mandatarios de Occidente ni Gadafi pensaron hasta hace medio año que su romance podría acabar y encima de esta forma. Gadafi no pensó que Occidente le hubiese querido deponer y para ello llegase a aliarse con antiguos binladenistas libios. Occidente nunca pensó que Gadafi sería capaz de resistirles tanto tiempo y poder transformar a Libia en una nueva Afganistán o Irak.