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actualizado 2 de agosto 2012
Pequeña Imagen Santo Domingo de Guzmán bajó a Managua
Y recibida por multitudes
Por Raúl Arévalo Alemán
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» Momentos en en que la pequeña imagen de 20 centímetros de largo de Santo Domingo de Guzmán, entraba ayer a las 4 y 45 minutos de la tarde al lugar conocido como el Gancho de caminos, en el populoso mercado oriental de Managua, Nicaragua. Una fiesta de religiosidad popular que atrae a miles de pobladores nicaragüenses desde el año 1860.

foto G. Arévalo


 

 

La imagen de Santo Domingo de Guzmán, una actividad religiosa y popular, que se realiza desde el año 1860, que consiste en la bajada de las sierritas a Managua, la capital de Nicaragua en Centroamèrica, de un pequeño santo, llegó a la ciudad al sitio populoso conocido como el Gancho de caminos, que separa al mercado oriental . La bajada del santito de 20 centímetros de largo tuvo una duración de 12 horas y estará en la capital nicaragüense durante 10 días a partir de ayer.

Los habitantes de Managua, la capital de Nicaragua en Centroamérica, celebran esa actividad folklórica y religiosa con santo Domingo de Guzmán , como sustituto de la costumbre indigena que solía agradecer cada año al Dios Xoloxt , Dios de las cosechas. Los indígenenas marchaban desde la sierritas de Managua, que ahora es un lugar habitado por mansiones y residencias de lujo, ubicado al sur, hasta el lago conocido como de Managua y también Xolotlán.

Ahora la diminuta imagen de Santo Domingo de Guzmán sale de su santuario en la iglesia que lleva su nombre hasta la otra también de igual nombre, pero en la capital de Nicaragua, donde será resguardada por los cargadores tradicionales que son los encargados de tenerlo y dentro de diez días regresarlo.

Un total de 4 mil policías cuidaron la seguridad de la festividad religiosa y popular y las autoridades solamente reportaron 27 casos insignificantes pero en general las fiestas estuvieron y se desarrollaron de manera normal sin violencia que lamentar. Los delitos reportados son los siguientes : cuatro por robo con intimidación frustrado, uno por tenencia de marihuana, otro por violencia intrafamiliar, tres casos de agresión en estado de ebriedad y 14 por desorden al orden público, entre otros, según la policía.

Un hombre con el cuerpo embadurnado con grasa y aceite de máquina, la cabeza coronada por una magnífica cornamenta de demonio, paga una promesa.

Niñas con colorida vestimenta tradicional y hombres con tocados indígenas de plumas bailan en las calles mientras hombres y mujeres realizan procesiones, asisten a corridas de toros y a oficios religiosos.
Es la fiesta de Santo Domingo de Guzmán, el santo patrono de la capital de Nicaragua, cuyas calles se convierten durante diez días al año, del 1 al 10 de agosto, en un escenario de carnaval.
Salvo el comercio dedicado al rubro de entretenimiento y el turismo, las actividades comerciales, institucionales, políticas y gubernamentales quedan suspendidas oficialmente para que la población asista a las festividades.

A "Minguito" sus seguidores le atribuyen milagros de todo tipo. Por ello en el mar de gente que cubre el recorrido de 20 kilómetros entre iglesia e iglesia, se observa una singular variedad de personas disfrazadas de todo tipo: hay quienes se embadurna el cuerpo de aceite usado de automóviles o de carbón líquido, que danzan con azadones y se colocan cuernos de vaca para asemejarse a diablos.

"Yo le pago promesa porque me sacó con vida de una emboscada en 1983 en Quilalí y desde entonces no le fallo cada año vestido de diablo para burlarme de la muerte", cuenta a AP el ex soldado sandinista Francisco Mendieta Areas, quien se untó el cuerpo de carbón y pintura negra. Según la alcaldía de Managua, hasta un millón de personas participan en el carnaval.

Juana Francisca Villalta Lezama, de casi 100 años de edad y con 80 de participar en la tradición, según ella, en pago por el milagro de una curación a ella y su familia, llega a la festividad a bordo de una ambulancia de la Cruz Roja y por varios kilómetros recorrió la procesión sentada en una silla de ruedas a la que modificó para colocarle un juego de cachos de vaca, para embestir en modo de broma a los feligreses que divertidos, le bailan como en las corridas de toros.

"No se si este sea mi último año que le bailo a mi patrón, pero quiero pagarle el milagro hasta que ya no tenga vida", dice agotada la señora.

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