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Una vez más la ONU nos brinda una nueva estrategia en materia de ambiente. Desarrollando otra Campaña que de seguro busca incentivar, orientar, advertir y concientizar sobre la necesidad inmediata de asumir compromisos dirigidos a enfrentar los graves problemas ambientales y ecológicos de manera global.
Según la Resolución 65/151 de este organismo, que manifiesta: “Reiterando los principios de la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de la Agenda 21. Recordando las recomendaciones y conclusiones contenidas en el Plan de Aplicación de las Decisiones de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (“Plan de Aplicación de las Decisiones de Johannesburgo”) relativas a la energía para el desarrollo sostenible”.
Se plantea el “Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos”. Ofreciendo una valiosa oportunidad para profundizar la toma de conciencia sobre la importancia de incrementar el acceso sostenible a la energía, la eficiencia energética y las fuentes renovables en el ámbito local, nacional, regional e internacional.
Los servicios energéticos tienen un profundo efecto en la productividad, la salud, la educación, el cambio climático, la seguridad alimentaria e hídrica y los servicios de comunicación.
De manera que la falta de acceso a la energía no contaminante, asequible y fiable obstaculiza el desarrollo social y económico, lo cual constituye un impedimento importante para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sobre todo el las llamadas economías emergentes.
En este sentido, Latinoamérica ha dado importantes avances en el desarrollo de infraestructura de energías sostenibles. Países como Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Venezuela, Panamá, República Dominicana y México, han realizado progresos relevantes en energía fotovoltaica y eólica.
En Centroamérica, la Geotermia constituye la segunda fuente energética renovable de importancia en la región. A la fecha se ha avanzado tanto en la investigación del recurso como en su desarrollo y explotación que se estima que el potencial explotable de esta fuente energética este en el orden de los 5.000 MW distribuidos entre Costa Rica, Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
La definición más simple del «acceso a la energía» es la disponibilidad física de servicios modernos para satisfacer las necesidades humanas básicas, a costos asequibles y que incluyen la electricidad y artefactos mejorados como las estufas para cocinar.
En la región Andina sobre todo en Bolivia, Chile y Perú muchas comunidades han sido beneficiadas con estufas o cocinas que aprovechan la energía solar; incluso con versiones innovadoras que utilizan antenas parabólicas viejas, desechadas (el plato parabólico).
Esto demuestra que Latinoamérica tiene la disposición y el potencial necesario para asumir la vanguardia de esta propuesta de la ONU. Ahora, amigos lectores. El llamado es hacia los Gobiernos. Es buen momento para desarrollar verdaderas políticas públicas, donde el Estado (nacional, regional o municipal) asuma con responsabilidad la posibilidad de brindarle apoyo a tan importante objetivo.
Buen año para legislar y darle carácter de obligatoriedad, sobre todo al sector de la construcción, para concretar el desarrollo de energías sostenibles, limpias o renovables. Es nuestro modesto aporte a través de estas líneas que estamos seguros serán compartidas y difundidas por todos.
Mientras tanto, 1.400 millones de personas carecen de acceso a la energía moderna, en tanto 3.000 millones dependen de la «biomasa tradicional» y carbón como las principales fuentes de energía.