Durante un periodo de intensa actividad intelectual, el cerebro trabaja más que un deportista en acción. Cuando los recursos se terminan, el sistema nervioso recurre a una proteina denominada AMRK que puede rebajar la intensidad de la acción de las neuronas, lo que nos puede proteger de un golpe apoplético, indican investigadores británicos.
El cerebro funciona veinticuatro horas y necesita energía incluso durante el sueño o en momentos de descanso. Las células cerebrales intercambian constantamente impulsos eléctricos, lo que hace posible el funcionamiento de todos los sistemas del organismo humano.
Normalmente el cerebro recibe el suministro de energía que necesita en forma de oxígeno, glucosa, animoácidos y otras sustancias, a través de la sangre. Sin embargo, si los vasos sanguíneos que llevan estas sustancias al cerebro se estrechan o bloquean, el suministro de nutrientes se detiene. El agotamiento de las neuronas amenaza no sólo con generar estados de indolencia o desgana, sino con desencadenar la muerte de células nerviosas, lo que podría provocar una crisis cerebrovascular.
Científicos ingleses de las universidades de Leeds, Edinburgo y Dundee (Reino Unido), han descubrierto el papel de la proteina llamada AMRK en el proceso de agotamiento nervioso. La acción de esta proteina, que rebaja la frecuencia de los impulsos nerviosos en las células, ayuda al cerebro ahorrar la energía durante una sesión de trabajo intenso. De esa manera se previene la muerte de las células nerviosas.
Los autores del estudio esperan que estos resultados ayuden a los médicos a curar algunas enfermedades relacionadas con la alteración de la circulación cerebral, incluída la apoplejia, así como prevenir el agotamiento del sistema nervioso, por ejemplo en las personas 'adictas al trabajo'.