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En la población de Jusepín en el estado Monagas, al oriente de Venezuela la rotura de un oleoducto de transporte de petróleo de PDVSA, causó un derrame de crudo recientemente, provocando una crisis de suministro de agua y según muestran imágenes se hace probable un severo daño ecológico.
De acuerdo con la información suministrada por la Gobernación de Monagas y por la empresa estatal Aguas de Monagas, la planta potabilizadora de agua en el bajo del río Guarapiche fue paralizada indefinidamente por la contaminación causada por el derrame.
“Un equipo multidisciplinario conformado por diversas organizaciones de la Corporación se mantiene en el sitio desde el momento que fue reportado el incidente”.
“De igual forma, bomberos de PDVSA, y el equipo de salud de la Industria Petrolera se apersonaron al lugar para prestar toda la colaboración necesaria, al igual que cuerpos de seguridad de la región”, explicaron.
Sin embargo Gerentes de la industria petrolera y funcionarios del Ministerio del Ambiente, aseguran que debido a la atención inmediata ante el incidente ocurrido en el Complejo Jusepín, la situación se mantiene controlada y no reviste ningún peligro para la población y que no existe mayor impacto ecológico.
Fuentes de la región estiman que el petróleo avanza 40 km cada 24 horas por el río. La mancha que se observa y contamina el río Guarapiche desde hace 10 días avanza en promedio 40 kilómetros cada 24 horas. Esto significa que en las primeras 48 horas el derrame de petróleo afectó la biodiversidad de al menos 140 kilómetros.
El ingeniero forestal y ambientalista, profesor Edilberto Ferrer Véliz, explica las consecuencias de un daño que en definitiva es irreversible.
“Lo que hay en el río Guarapiche son unos manglares muy importantes y sensibles a la contaminación. El derrame de petróleo ha sido muy grande y el gasto de saneamiento lo será aún mayor. Y el problema radica en que ése es un proceso muy lento. Si a mí me tocara recomendar algo, diría que aplicaran lo que es la bioremediación”, comentó Ferrer Véliz.
“Los manglares son ecosistemas muy sensibles porque mantienen su vida dentro del agua. Además del daño y la contaminación del río y que deriva en que no hay suministro del vital líquido en la región, los impactos recaen en la flora, la fauna y el paisaje”, destacó el ambientalista.
Manifestó que con el daño químico, la fotosíntesis baja y los animales que consumen plantas de esa zona (peces, moluscos) se atrofian. “Los manglares son zoocriaderos de ostras y moluscos. Otro de los problemas es que las cuencas en el Oriente de Venezuela se basan en los morichales. Con este problema se rompieron las cadenas tróficas”, explicó Edilberto Ferrer Véliz.
También comentó que la economía de los pescadores se ve directamente afectada y no sólo por cómo se ve actualmente el río, sino por la cantidad de especies que han muerto.
La fundación Azul Ambientalistas fue una de las primeras en fijar su posición ante lo que ellos consideran es un derrame de petróleo sin precedentes.
A través de un comunicado han manifestado que “todos los ciudadanos y ciudadanas que habitan en las áreas sensibles a este tipo de contingencia petrolera, deben estar capacitados para auxiliar a la biodiversidad que se vea afectada por estos derrames, y así, permitirles ser parte de la solución y no vetar la voluntad de ayudar por temores comunicacionales o políticos”.
Solicitan al gobierno nacional que no insista en ignorar a los ambientalistas, ecologistas y conservacionistas y que se tomen en cuenta propuestas que han venido manifestando frente a los derrames petroleros.