Un rescate de 130.000 millones de euros (172.000 millones de dólares) y una fuerte reducción de la deuda griega evitarán un desastre financiero en Europa, al menos por ahora.
Sin embargo, los economistas consideran que el acuerdo tiene escasas posibilidades de enderezar el rumbo del país hacia la recuperación económica y estabilizar su puesto en la unión monetaria.
El acuerdo alcanzado el martes por la madrugada tras una reunión de ministros de Hacienda que duró toda la noche le dará a Grecia préstamos por 130.000 millones de euros de otros gobiernos y el Fondo Monetario Internacional hasta fines de 2014. Es el segundo rescate del país, luego de uno de 110.000 millones de euros en 2010 que no logró volver solvente a Grecia.
El acuerdo da por sentado que bancos e inversionistas acreedores aceptarán nuevos bonos que reducen sus tenencias a menos de la mitad.
A cambio del segundo rescate, Grecia ha aceptado medidas dolorosas y humillantes impuestas por sus desconfiados socios del euro, molestos por lo que consideran el incumplimiento de promesas de reforma en los últimos dos años.
Atenas aceptó reducir gastos y sueldos y permitir la supervisión de sus finanzas por funcionarios extranjeros, la Unión Europea y el FMI asentados en Grecia. Los prestamistas exigen una cuenta separada para los fondos de ayuda y garantías legales de que se pagará a los acreedores antes que a maestros, médicos y policías.
Los ministros de Hacienda de Grecia y los otros 16 países que usan el euro regatearon hasta las primeras horas de la mañana los detalles del rescate para obtener concesiones de último momento de los tenedores privados de deuda griega, que aceptaron perder el 53,5% del valor nominal de sus inversiones para evitar pérdidas aún mayores si Grecia dejaba de pagar los 14.500 millones de euros en bonos que vencen el 20 de marzo.
Se teme que una bancarrota descontrolada provoque el pánico en los mercados del resto del continente y desestabilice aún más a países fuertemente endeudados como Irlanda, Portugal y economías mucho más grandes como Italia y España.
Uno de los factores graves de riesgo es que la economía griega siga en recesión —como en los últimos cuatro años— en lugar de volver a crecer en 2013, como da por sentado el acuerdo. Con ello peligraría el pago incluso de la deuda reducida, estimada en 120% del Producto Interno Bruto en 2020. Actualmente es del 160%.
Además, la indignación provocada por los recortes podría inducir a los políticos griegos a negarse a aplicar las condiciones. En ese caso, los países rescatistas, encabezados por Alemania, podrían negarse a entregar los fondos.
Las elecciones en Grecia están previstas para abril. Los dirigentes de los dos partidos principales se han comprometido a aplicar los planes, pero los partidos contrarios al rescate están avanzando en las encuestas.
La clave está en el crecimiento, pero la economía griega se redujo 7% en el último trimestre del año pasado y el desempleo es de 19%, como consecuencia de los recortes de sueldos públicos y aumentos de impuestos aplicados durante la depresión.
Si continúa esa tendencia, los mismos rescatistas reconocen que la meta de reducción de la deuda a 120% del PIB ha fracasado.