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actualizado 12 de marzo 2012
Argentina: La disyuntiva entre energía convencional y energía renovable
Es importante reseñar que las energías alternativas, aun siendo renovables, también son finitas
Por Cristian Frers | Corresponsalía ANCA24 Argentina
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foto cortesía
El avance histórico de las civilizaciones nos impone la utilización de nuevas energías como todo un desafío de cambio y adaptación. La energía es fundamental para el desarrollo de un país y de su población.

Se la utiliza para hacer funcionar máquinas, herramienta y servicios. Además, es un bien de consumo final que se utiliza para la satisfacción humana. Hoy en día es inimaginable la vida sin provisión de energía.

Iluminación, calefacción, refrigeración, cocción de alimentos, transporte, comunicación, cada pequeña parte de nuestro mundo cotidiano esta ligado a la energía. Vivimos en años en los que la tecnología controla nuestra sociedad. Esta tecnología utiliza como combustible y materia prima para sus producciones principalmente al petróleo.

El petróleo no sólo es combustible en motores energéticos, sino, que de el se extraen muchos subproductos y derivados, tal como maquillajes, lubricantes, producción de plásticos, materiales compuestos o sintéticos y la base de multitud de productos químicos y farmacéuticos, entre otros productos.

Gracias a la versatilidad de esta materia prima, la tecnología logró desarrollarse ampliamente en la rama petrolífera obteniendo innumerables avances y adaptándose ciegamente a este recurso limitado. Con respecto a esto cabe destacar que el petróleo es un recurso no renovable o al menos no en las próximas eras geológicas. Se necesita de millones de años para que se vuelva a generar naturalmente.

Una de las alternativas al petróleo y sus derivados es la utilización de energías alternativas o renovables. Una energía alternativa, o más precisamente una fuente de energía alternativa es aquella que puede suplir a las energías o fuentes energéticas actuales, ya sea por su menor efecto contaminante, o fundamentalmente por su posibilidad de renovación.

El concepto de crisis energética aparece cuando las fuentes de energía de las que se abastece la sociedad se agotan. Un modelo económico como el actual, cuyo funcionamiento depende de un continuo crecimiento, exige también una demanda igualmente creciente de energía. Puesto que las fuentes de energía fósil y nuclear son finitas, es inevitable que en un determinado momento la demanda no pueda ser abastecida y todo el sistema colapse, salvo que se descubran y desarrollen otros nuevos métodos para obtener energía.

Pero considero que existe una alternativa y está se encuentra en la naturaleza: la energía renovable que nos regala el sol, el viento, los ríos, los mares y océanos, y hasta la basura que tiramos.
Actualmente, la matriz energética argentina se asienta en un 80% de combustibles fósiles, con una pequeña participación de la hidroeléctrica y la nuclear.

Argentina cerrará el año 2012 con un déficit en la balanza comercial energética. La combinación del estancamiento en las exportaciones de petróleo crudo y el acelerado crecimiento de las importaciones de gasoil y de las compras externas de gas revirtieron el tradicional autoabastecimiento energético de la Argentina. Las caídas en las reservas y la producción del crudo durante la última década son el marco general del cambio de escenario.

Un caso interesante para ver como la Argentina ha degradado su condición energética es el caso del gas natural, la columna vertebral del sistema. El país firmó hasta el 2004 contratos de exportación de gas natural por 27 millones de m3/día que aproximadamente representan un saldo exportable de un 25% del mercado total. En el 2011, las exportaciones fueron apenas del 1% de lo comprometido, en cambio las importaciones ascienden a 26 millones de m3/día con tendencia creciente. Las importaciones incluyen cantidades crecientes de gasoil y fueloil para la generación eléctrica.

Argentina tiene un enorme potencial en prácticamente todas las energías renovables: eólica en la Patagonia y el sur de la Provincia de Buenos Aires, solar en el Noroeste, geotérmica a lo largo de la Cordillera de los Andes, biodiesel de primera generación, utilizando soja como materia prima, en la Pampa Húmeda, biodiesel de segunda generación, en base a cultivos no combustibles como la jatrofa, en la Pampa Seca, etanol de azúcar en el Norte y biomasa en la Mesopotamia.

La discusión entre energía alternativa o energía convencional no es una mera clasificación de las fuentes de energía, sino que representa un cambio que necesariamente tendrá que producirse durante este siglo.

Es importante reseñar que las energías alternativas, aun siendo renovables, también son finitas, y como cualquier otro recurso natural tendrán un límite máximo de explotación. Por tanto, incluso aunque podamos realizar la transición a estas nuevas energías de forma suave y gradual, tampoco van a permitir continuar con el modelo económico actual basado en el crecimiento perpetuo.

Estas energías en determinado momento de la historia deberán ser utilizadas y es por esto que se esta trabajando e investigando sobre ellas para la obtención de óptimos resultados. Es importante que las mismas logren cumplir con los requerimientos de nuestras necesidades y que logren suplir la infinidad de productos que nos brinda el petróleo y de los cuales no podemos desligarnos.

El problema del agotamiento de la energía no reside en el desarrollo de nuevas fuentes de energía, para que podamos continuar con nuestros modos de vida, destructivos y consumistas. La mejor respuesta es el desarrollo de nuevos modos de vida que nos lleven hacia la autosuficiencia y la sostenibilidad.

Tenemos que aprender a trabajar con nuestros vecinos en el desarrollo de alternativas sostenibles. Puede que suceda que descubramos, en el camino, que nos habíamos perdido una calidad de vida y llenemos el vacío que habíamos intentado llenar con un consumismo explosivo.

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