NUEVA YORK — Hay nuevas evidencias investigativas en la cual se confirma que los humanos y las moscas pierden el deseo sexual cuando no logran su satisfacción sexual y recurren a beber alcohol. En un trabajo que se publica el viernes en la revista Science, los investigadores buscan explicar por qué la expresión "Esta noche no, cariño" puede llevar a "déme otra cerveza".
Millares de moscas macho frustradas han sido parte del estudio, que podría ayudar a que los científicos encuentren nuevos medicamentos para combatir el alcoholismo.
Uno a uno, los ansiosos donjuanes fueron colocados en un recipiente con una hembra que acababa de copular. Por tanto, no estaba en absoluto interesada en volver a hacerlo en seguida. Se apartaba rápido, le pegaba al macho o expulsaba su órgano de desove para mantener al macho a raya.
Las moscas macho estuvieron en esa situación en sesiones de cuatro horas diarias durante cuatro días, tiempo suficiente para que desistieran de seguir buscando la cópula.
Después, los machos rechazados fueron puestos en frascos donde se les ofreció dos tipos de alimento, uno normal y otro con alcohol. De manera sistemática se dirigieron al alcohol con una mucha más frecuencia que los machos que habían terminado de copular. De hecho, los machos insatisfechos se pusieron evidentemente ebrios.
Algunos machos rechazados fueron llevados a un ambiente diferente para que estuvieran con hembras receptivas. Una vez que los machos tuvieron sexo, disminuyó su compulsión por el alcohol.
Los investigadores también colocaron a miles de machos de otros grupos con hembras vírgenes muertas, de manera que no padecieron el rechazo pero tampoco tuvieron sexo. También consumieron más el alimento con alcohol.
Entonces, el experimento pasó a la siguiente etapa. Los investigadores realizaron otro trabajo relacionado con una sustancia que está en el cerebro de las moscas llamada NPF. Plantearon la hipótesis de que las actividades placenteras como tener sexo impulsa la actividad de los circuitos cerebrales que utilizan la NPF y eso genera satisfacción. Si una mosca no tiene el sexo que pide, el sistema se descompensa y la mosca siente la necesidad de buscar otras actividades compensatorias, como beber alcohol.
"Me parece que ésta es una muy buena apuesta para ponerla en práctica en los humanos", dijo Ulrike Heberlein de la Universidad de California en San Francisco, quien dirigió el estudio. De hacerlo, "se podría decir que ahora podemos comprender por qué una experiencia adversa como el rechazo sexual, puede llevar a alguien a beber".
Una futura investigación sobre el comportamiento de la NPF en los circuitos cerebrales podría arrojar luz sobre la biología del alcoholismo y posiblemente apuntar a tratamientos algún día, estimó Troy Zars de la Universidad de Ohio en Columbia, quien no participó en el estudio reciente.