Los rebeldes sirios lanzaron morteros ayer miércoles contra el palacio del presidente Bashar al-Assad en Damasco, aunque no dieron en el blanco, durante un ataque que deja clara la creciente audacia de los rebeldes que se esfuerzan para terminar con los 42 años de gobierno de la familia Assad.
Por el momento la violencia surgía en otras partes del país, Turquía informó que solicitará que la OTAN instale misiles Patriot en su frontera con Siria para evitar que la violencia brote a su territorio.
La guerra en Siria, que tiene desestabilizado al vecino Líbano y pone un riesgo de extensión de las turbulencias en Oriente Medio, ha sido uno de los mayores desafíos en política exterior para el presidente reelecto de Estados Unidos, Barack Obama.
Habitantes de Damasco dijeron a los medios internacionales que armamento de gran calibre que al parecer fueron dirigidos al palacio cayeron sobre el vecino barrio residencial de Mezze 86, de donde son los miembros de la minoría alauí, a la que Asad es parte.
Los medios gubernamentales informaron que al menos tres murieron y unos siete fue el resultado de los heridos en lo que denuncian como un ataque terrorista.
Los rebeldes sirios están empeñando todos sus esfuerzos en grandes ataques y tienen como objetivos los símbolos del régimen de Assad, como su palacio. Un caso bastante importante es cuando una bomba en julio terminó con la vida de cuatro de los lugartenientes más destacados del gobernante, acompañado por un avance de los rebeldes en Damasco, que después fueron detenidos por las fuerzas del presidente.
Los guerrilleros de la oposición, en su mayoría musulmana suní, han hecho un doble esfuerzo para atacar la capital esta semana, lanzando bombas en al menos dos zonas pobladas por alauíes y matando a dos personas consideradas cercanas al Gobierno.