CIUDAD DEL VATICANO - "Hola, soy Francisco". Después de haber pasado casi un mes desde que fue elegido como Papa, Jorge Bergoglio tiene la práctica de realizar personalmente sus llamados telefónicos, sin causar ninguna molestia a sus asistentes para que lo comuniquen.
El Vaticano se ha ido con lentitud acostumbrando a la personalidad del ex arzobispo de Buenos Aires, quien en momentos atrás dejo como sorpresa una llamada a la centralita telefónica de la curia de los Jesuitas para lograr hablar con el padre general.
La persona que tomó al teléfono se llevó varios minutos para lograr si se trataba de una llamada en broma o si de verdad era el verdadero Papa hablando por el teléfono.
A este llamado le siguieron otros, como por ejemplo el que Bergoglio hizo al kiosko en Buenos Aires donde habitualmente compraba los periódicos, ocasión en la que habló con el diariero, o a otros conocidos, religiosos, amigos.
A inicios del papado de Francisco en el Vaticano se creyó que tendría que pasar un tiempo para que Bergoglio se acomodará a los hábitos y actitudes de un rol de gran importancia como el del Pontífice.
Después de casi un mes desde el día en el que fue elegido al mando principal de la Iglesia católica -y asistido constantemente en sus labores por un mayordomo y por un secretario, el maltés Alfred Xuereb- está claro que la de llamar personalmente por teléfono no es una distracción, sino todo lo contrario, ya que ese gesto responde a su voluntad. Se trata -se afirma en el Vaticano- de una señal más de un estilo de vida y de gobierno de la Iglesia.