BRASILIA - La presidenta brasileña Dilma Rousseff y su mentor, Luiz Lula da Silva, hicieron el estudio a la crisis política a raíz de la ola de protestas que han sacudido al país, antes del paro convocado por las principales centrales sindicales, incluso la del oficialista Partido de los Trabajadores (PT).

El gobierno fue derrotado en el Congreso, tras el rechazo de un proyecto de plebiscito para reformar el sistema político.

Rousseff estuvo en un encuentro reservado con su antecesor Lula, ambos del PT, en la noche del martes en Brasilia y asesores aseguraron que fue el primero entre ambos desde que el instituto Datafolha, hace dos semanas, publicó la caída de 21 puntos de la popularidad de la mandataria.

Rousseff prácticamente no ha tenido descanso desde el estallido de actos de protesta y mantiene reuniones diariamente con ministros, incluso los fines de semana, para alcanzar una solución a la situación.

Una de las opciones es espera tener Lula en sus encuentros con la mandataria es una drástica disminución del número de ministerios, que actualmente son 39 y traen un gasto alto para las arcas públicas, de acuerdo al diario Estado de Sao Paulo.

El imperativo perseguido del gobierno, coinciden los analistas, es traer consigo respuestas nítidas a la opinión pública para aplacar la indignación surgida imprevistamente y con consecuencias que pueden amenazar la reelección de la mandataria en 2014.

Por eso la protesta de los sindicatos para el jueves es otra noticia negativa para el Palacio del Planalto, pese a que la semana pasada Dilma recibió allí a una delegación de sindicalistas. No se pone en tela de duda que en el encuentro del martes a la noche se haya abordado el paro de mañana organizado por las principales centrales sindicales, cuyos jefes también se reunieron con Lula hace 10 días.