BRASILIA - La presidenta brasileña, Dilma Roussef, expresó por primera vez, palabras con bastante ánimo contra los manifestantes, al criticar a los camioneros que mantiene por tres días las carreteras bloqueadas de varios estados para reclamar mayores subsidios al combustible y contra el aumento de los peajes.
Diferenció a quienes adoptan medidas de fuerza con las multitudes que se volcaron pacíficamente a las calles desde hace un mes.
"Es fundamental para el país que las rutas no sean obstruidas, mi gobierno no se quedará quieto ante el proceso de interrupción de las carreteras", anunció de manera enérgica la presidenta Rousseff.
Estas palabras fueron manifestadas durante una ceremonia oficial nombrada para tratar la concesión de puertos a la iniciativa privada, llevada a cabo en el Palacio del Planalto, de Brasilia, y que da continuidad al programa de concesiones que incluye vías férreas, aeropuertos y caminos.
"Una cosa son las marchas pacíficas que engrandecen al país y otra muy distinta es creer que el país pueda vivir sin normalidad y sin estabilidad" por causa de los que impiden circular a personas y mercancías, sostuvo.
"Incluso voy a emplear una expresión de nuestra bandera, donde está escrito Orden y Progreso, cuando estoy hablando de progreso, hablo de la construcción de infraestructura, y también quiero hablar de orden, que significa democracia y más respeto", puntualizó.
Hasta hoy el tono de los discursos pronunciados por Rousseff frente a la crisis política que sacude a su gobierno había sido preponderantemente conciliador, y hasta elogioso con los cientos de miles de personas que se lanzaron a las calles en todo el país.
Si bien ella había hecho mención a la necesidad de que las marchas fueran pacíficas, Rousseff prefirió destacar que con ellas crece la calidad de la democracia y el protagonismo popular.