DUBAI - Miles de iraníes participaron de las calles callejeras hasta primeras horas del domingo, con las esperanzas de que el moderado presidente electo Hassan Rohani lleve sus promesas de mejorar las relaciones exteriores y de mayor libertad en el interior después de imponerse a los partidarios de la línea dura durante las elecciones.
Rohani, un clérigo chií de nivel medio, es un miembro de la República Islámica que se ha mantenido en cargos políticos y militares desde la revolución de 1979 y ha tenido una buena relación con el teocrático líder supremo Ayatolá Ali Jamenei, el hombre de gran poder de Irán que tiene la última palabra dentro de los grandes asuntos.
Rohani no es un reformista por completo, logró el respaldo de los líderes reformistas políticamente marginados. Su llamamiento a poner fin a la "era de extremismo" se llevó a muchos votantes descontentos por la crisis económica y la represión de los disidentes y la libertad de expresión que dejo la presidencia Mahmud Ahmadinejad.
Sin embargo, no se tiene la esperada mejora ante las tensas relaciones con Occidente por el polémico programa nuclear iraní o rompa su compromiso de respaldar al presidente Bashar el Asad a través de la guerra civil de Siria.
Pero el nuevo presidente estará al mando de la economía en expansión del país miembro de la OPEC, Irán tiene 75 millones de habitantes y ejerce influencia cuando Jamenei decida sobre cuestiones de seguridad nacional.
Su triunfo en cierta medida trae la legitimidad de la República Islámica, dañada hace cuatro años cuando una gran cantidad de personas murieron en las protestas desencadenadas después de unas elecciones que los reformistas dijeron que estaban amañadas, y puede respaldar a resurgir a algunas voces amordazadas desde entonces.
Una gran nube de jóvenes iraníes se volvaron a las calles en la capital Teherán y otras grandes ciudades tan pronto como los resultados electorales que fueron anunciados el sábado, asegurándose de que sus voces y expectativas sobre el nuevo presidente fueran claramente escuchadas.
El mandatario electo, conocido en Occidente como el principal comisionado nuclear iraní entre 2003-05, hizo el intento inmediato de tender puentes, expresando su aprobación a las fiestas en las calles pero también reuniéndose con el presidente conservador del parlamento.
"Con sus celebraciones, el pueblo iraní ha demostrado que tiene esperanza en el futuro y, si Dios quiere, la moral y la moderación gobernarán el país", manifestó Rohani.
Los partidarios de la línea dura, cuyo poder proviene de su lealtad incondicional a Jamenei, calcularon mal el ánimo del público y no pudieron dejar de lado sus diferencias partidistas concurrir con un único candidato, dijeron los analistas.
Tanto Jamenei como el poderoso cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, que controlan grandes partes de la economía dependiente del petróleo, dijeron que la elección fue una victoria para todos.