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Dr. Vicente Maltez Montiel, Especialista en Medicina Interna.
La desesperada protesta de más de un centenar de prostitutas o trabajadoras del sexo comercial (TSC) francesas en contra de la violencia a que eran sometidas por los policía las llevó a tomarse una iglesia en Nizer, Lyon en 1975. La represión de las autoridades no se hizo esperar y dio origen a una lucha reivindicativa que reclama en todo el mundo derechos y libertades de las personas que viven y sobreviven de la venta de favores sexuales.
Un trabajador o trabajadora sexual es una persona que gana dinero mediante actividades de tipo sexual y este concepto se supone que es más amplio que el término prostitución porque se trata de actividades relacionadas con la “industria del sexo” donde además de quienes practican actos sexuales de todo tipo se incluyen bailarines eróticos, teleoperadores de líneas eróticas, actores y actrices porno, etc.
El origen del término “trabajadores sexuales o trabajadoras sexuales” tiene su origen en la lucha reivindicativa a favor de derechos humanos y laborales y según las diversas legislaciones pueden estar legalizadas, controladas, prohibidas o toleradas como en nuestro país. Estas “nuevas” definiciones o eufemismos tratan de superar, por su estigma y rechazo, los términos de prostitución y prostitutas.
Importancia medico-social
Las enfermedades de trasmisión sexual (ETS) o infecciones de trasmisión sexual (ITS) forman parte de una creciente preocupación de la ciencia médica debido a la persistencia, surgimiento y resurgimiento de la amenaza del contagio infeccioso por lo cual están incluidas de forma destacada dentro de las llamadas enfermedades emergentes que son aquellas que se creían controladas o eliminadas, pero que han tenido, en especial a partir de los años noventa un repunte a nivel de problema de salud pública.
El vínculo entre las ITS y la propagación del virus del HIV-SIDA está comprobado científicamente, pues muchas de estas infecciones de tipo ulcerativas y no ulcerativas de los genitales (uretra y cuello uterino) aumentan la susceptibilidad para adquirir el virus VIH-SIDA, lo cual quedó muy claro desde el estudio de Muanza en Tanzania en 1995.
Ha quedado comprobado que los y las trabajadores sexuales pueden contribuir a disminuir las infecciones sexuales A TRAVES DEL ESTRICTO USO DEL PRESERVATIVO O CONDON EN TODO TIPO DE RELACIONES SEXUALES.
Por esta razón tan poderosa la medicina, autoridades sanitarias y de gobierno, así como medios de comunicación de responsabilidad social tienen que tener respuestas propositivas y definiciones frente a este sector de la sociedad.
Recordemos que no hay ninguna sociedad que haya descubierto o aplicado un método efectivo para prevenir o evitar el sexo comercial o prostitución. Las amenazas y castigos solo la esconden.
Los derechos humanos y laborales de estas personas deben ser respetados y los fenómenos delictivos conexos como la droga, proxenetismo y trata de personas, prostitución infantil, etc. deben ser reprimidos y extirpados.
Quienes defienden la propuesta y vigencia del sexo comercial afirman que se trata de una opción o “válvula de escape” para hombres sin pareja o sin entrenamiento sexual, que resuelve necesidades sexuales de personas con capacidades diferentes que no pueden tener parejas estables y que en última instancia al tratarse de una relación consensual entre adultos interferirlo violaría la libertad individual y limitaría el acceso al placer sexual.
Salud de las trabajadoras sexuales
En la influyente obra mundial de Gina A. Dallabeta y colaboradores titulada “Control de las enfermedades de trasmisión sexual, administración de programas” se afirma:
“El desafío principal en el diseño de servicios de ETS para las trabajadoras del sexo es focalizar sin estigmatizar. Ellas se deben sentir cómodas, seguras y con confianza en sí mismas si es que van a utilizar los servicios. Se debe garantizar la confidencialidad y privacidad los horarios de servicios deben ser convenientes. Esto se puede lograr en mejor manera cuando se involucra a los miembros de la comunidad en el diseño de los servicios”.
En algunos países el estado brinda servicios de salud que se ofertan sin ese componente de sensibilidad donde falta la confidencialidad y “hay que chequearse” como obligación. Uno de los problemas de este tipo de medidas es que quedan por fuera las trabajadoras del sexo no registradas o “clandestinas”.
Los servicios basados en burdeles se han aplicado en aquellas poblaciones donde el número de trabajadoras es numeroso.
Las camionetas o autobuses móviles se han utilizado con éxito en el tratamiento y la prevención de ITS en países como la India y Colombia. En la experiencia de este último país los autobuses garantizaban aseo personal, alimentos calientes, asesoría, folletos y condones.
Las intervenciones basadas en clínicas ofrecen servicios especializados en salud sexual y reproductiva solos o integrados con otros servicios. Las experiencias de Zaire y otros países demuestran que “cuando las mujeres reconocen que reciben servicios de calidad se tornan más receptivas para los mensajes de prevención, lo cual crea una sinergia entre tratamiento y prevención”.
La distribución de cupones o vales para las trabajadoras del sexo comercial que se pueden utilizar en clínicas o con médicos seleccionadas, ha sido otro recurso de atención efectivo ya que pueden acceder a servicios curativos gratuitos, rápidos o con descuento.
El trabajo de los y las educadoras sexuales distribuyendo materiales de divulgación, charlas personales y condones ayuda a educar en salud sexual y puede detectar quienes estén presentando algunas ITS orientándole a donde deben acudir.
Una experiencia que se ha visto en nuestro país, surgida del seno de las propias trabajadoras sexuales, ha sido desarrollada con ayuda de la Red latinoamericana de trabajadoras sexuales y son las dos organizaciones no gubernamentales llamadas Los Girasoles y Las Golondrinas.
Los Girasoles funcionan en Estelí y su teléfono de contacto es el 89236194. Las Golondrinas está ubicada en Matagalpa y su teléfono es el 2772-5520.
Otros aspectos
El movimiento reivindicativo de los derechos humanos y laborales de las mujeres que son trabajadoras sexuales se ha extendido a la figura de los varones que también son “proveedores de servicios para adultos”, aunque existen diferencias entre las prácticas sexuales de ambos.
La prostitución masculina tiende a ser más voluntaria que en las mujeres. Aunque los varones pueden ser discriminados son más tolerados y tienden a dedicarse a esta actividad de forma más transitoria.
El sexo comercial en varones es una práctica “olvidada” lo que la convierte en más riesgosa por la posibilidad de adquirir peligrosas ITS, incluidas el VIH-SIDA, drogadicción, abuso infantil. Muchos de ellos llevan “doble vida”, otros son homosexuales.
En el día internacional de las y los trabajadores sexuales expreso mi interés y convicción como médico internista y sexólogo de que estas personas puedan gozar del respeto, educación, oportunidades, atención en salud y beneficios de la seguridad social, habida cuenta de que pueden ser factores humanos positivos en el control de las infecciones de trasmisión sexual y hasta en la educación sexual.
Una auténtica sociedad humanitaria no discrimina, ahí está el inolvidable ejemplo de la actitud de Jesús ante María Magdalena.
*Especialista en Medicina Interna, post grado en sexología, Licenciado en Comunicación social. Autor del Libro “Larga Vida y prosperidad, consejos de salud”.
maltezvic@hotmail.com