Durante la temporada veraniega de nuestro país se producen cada año un promedio de treinta muertes o más víctimas de ahogamiento por sumersión en los diferentes cuerpos de agua, lo que deja una estela de dolor, orfandad y privaciones materiales que pudieron haberse evitado.
Quiero llamar la atención de la población, en especial de visitantes de balnearios, sobre este mecanismo de muerte y sufrimiento, con el propósito de que cultivemos una cultura de prevención de muertes evitables y la auténtica recreación que apoye una efectiva salud mental popular.
Cuando hablamos de ahogamiento por sumersión nos referimos a un tipo de asfixia mecánica motivada por la penetración de una sustancia líquida a los pulmones, la cual desplaza el vital oxígeno que hay en ellos.
La sumersión puede ser de dos tipos: completa cuando todo el cadáver esta dentro del medio líquido y es incompleta cuando solo están la boca y la nariz.
La causa más común de este tipo de fallecimiento es de tipo accidental o involuntario por la impericia o desconocimiento de natación. También puede ser acto suicida o hasta un homicidio. Durante la revolución francesa se empleó como mandato judicial o pena de muerte.
Minutos de agonia y muerte
Uno de los ejemplos típicos de cómo alguien pierde la vida es introducirse a un cuerpo de agua profundo y desconocido sin saber nadar o después de haber comido y bebido alcohol en exceso, o ambos factores.
Cuando el sujeto cobra conciencia de que no puede dominar la situación y reconoce estar en un peligro de muerte sufre un período de dos a diez minutos en medio de una gran agonía. Se trata de un mecanismo de muerte de sumersión-asfixia.
Durante estos minutos fatales se dan cuatro fases:
• Lo primero que ocurre es el susto o sorpresa que lleva a que la persona trate de meter mucho aire (inspiraciones) cuando está bajo el agua con lo cual introduce agua en sus pulmones.
• Segundo, detiene la respiración o fase de breve apnea y con estimulación del nervio vago.
• Tercero, al faltarle el aire realiza fuertes respiraciones con lo cual aspira e ingiere más líquidos en los pulmones. Surgen convulsiones.
• Finalmente, en la cuarta etapa continua introduciendo mas líquido a los pulmones por aspiración de líquido, el agónico se orina y defeca y finalmente se produce un paro respiratorio que lleva a la muerte.
Una variante a considerar es la asociación de traumas o golpes en la cabeza asociados a la sumersión, los cuales la víctima puede sufrir de forma previa, durante o después de la sumersión.
Alguien puede recibir un golpe en la cabeza de forma accidental o con ánimo criminal (homicidio o asesinato) antes de entrar al agua. O pudo haberse producido una riña por que pretendían lanzarlo al agua en contra de su voluntad y en medio de esta resulta con trauma craneal.
Un segundo caso de asociación trauma-ahogamiento se ha reportado con frecuencia en el balneario el Trapiche donde como resultado del “síndrome de Tarzán” algunos bañistas realizan clavados y al caer al agua pierden la conciencia por el trauma craneal sufrido. Este traumatismo que se da en el curso de la sumersión aturde o hace perder la conciencia, el bañista se va al fondo ahogándose.
Y en el caso de los ahogados, el arrastre del cadáver por el agua produce una tercera forma de traumatismos o contusiones característicos, (lesiones de arrastre) que se localizan en la frente, manos, rodillas y pies.
Obligatoria cautela al entrar al agua
Siempre que vaya a introducirse al agua, en especial después de “haberse asoleado mucho”, conviene acostumbrar el cuerpo al cambio de temperatura corporal a través de una ducha previa.
Quienes se introducen bruscamente al agua, en especial agua fría, pueden sufrir un ahogamiento por el mecanismo de SUMERSION-INHIBICION (hidrocución), también llamado “colapso vaso-vagal” que da como resultado que se paraliza la respiración y cae en el fondo, muriendo por ahogamiento.
Es el caso de quienes cambiaron de temperatura rápidamente en su cuerpo, historia de alergias de piel, encontrarse en período de digestión o reciente copiosa ingesta alimentaria.
Las enseñanzas de tantas muertes inútiles están a la vista. Una inmensa mayoría de los ahogados abusaron del consumo de alcohol que los impulsó a la imprudencia temeraria o actos de violencia, por lo cual deberemos continuar insistiendo en el llamado “consumo responsable” de estos productos.
El triste espectáculo de los familiares y amigos esperando que “salga el ahogado” ocurre entre los 3 a 7 días como consecuencia de la putrefacción cadavérica que lo hace más liviano. No nos convirtamos en una estadística fatal en estas vacaciones, la alegría y la labor constructiva esperan a todos los veraneantes. ¡Que tengan larga vida y prosperidad!
*Especialista en Medicina Interna
maltezvic@hotmail.com