La quinta mayor petrolera del planeta cumple 60 años de vida, con muchos motivos para celebrar pero, al mismo tiempo, con grandes incertidumbres de cara al futuro.
La empresa fue fundada en 1953 por el entonces Presidente Getúlio Vargas, con el objetivo de garantizar la independencia económica de Brasil. Durante sus primeras cuatro décadas de vida, Petrobras creció bajo la protección del régimen monopólico de exploración, producción, refinamiento y transporte de petróleo. En 1997, durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, se impulsó una reforma, la cual abrió el sector al ingreso de compañías privadas. Una vez finalizado el monopolio petrolero, la empresa experimentó un marcado salto tecnológico, el cual le permitió ampliar su capacidad operacional. El piso de producción pasó de un nivel promedio de 600 mil barriles diarios en tiempos monopólicos a cerca de 2 millones en 2011.
Petrobras llega a su cumpleaños número 60 con una amplia experiencia en exploración en aguas ultra profundas, con 135 plataformas en funciones. Esta situación la habilita a comandar las operaciones en los importantes descubrimientos realizados en la formación geológica del pre-sal. Se trata de un tesoro energético que descansa en la plataforma continental brasileña y que le permitirá a la compañía producir en los próximos siete años el mismo volumen que en toda su historia. La estatal tiene como meta duplicar la producción hacia el año 2020, alcanzando los 4,2 millones de barriles diarios. Al carecer Brasil de refinerías suficientes para procesar semejante incremento en la extracción de crudo, se espera que durante el período la firma se transforme en una gran exportadora.
Por supuesto que todo proceso expansivo requiere de inversión. Es así que la empresa necesita de una nueva inyección de recursos para poder financiar su ambicioso plan de negocios. Las inversiones planificadas aumentaron de un promedio de 5.000 millones de dólares anuales en la pasada década, a 46.000 millones por año de aquí en adelante. Las alternativas para captar estos fondos son básicamente dos. Una nueva política de precios, ajustando los valores de los combustibles, o una nueva capitalización (emisión de acciones). La opción de financiarse en los mercados de crédito pareciera estar por ahora descartada. La compañía no puede aumentar su nivel de endeudamiento ya que de hacerlo correría el riesgo de perder el "grado de inversión", concedido por distintas calificadoras. Desde 2009 hasta ahora los pasivos de Petrobras han crecido en un 210%.
Según especialistas locales, la empresa optaría por aumentar los precios de los combustibles para hacerse de los recursos que necesita, ajuste que no se realizaría sino hasta después de las elecciones presidenciales de 2014. Dilma Rousseff se enfrenta a un año electoral delicado, con un creciente descontento social. En el gobierno buscan posponer una medida que afectará de una forma u otra las finanzas personales de los votantes. Considerando la trascendencia de Petrobras para el funcionamiento de la totalidad de la economía brasileña, un retoque de precios hacia arriba generaría ineludibles presiones inflacionarias.
En estos momentos los valores del diesel y de la gasolina comercializados en el mercado local se encuentran un 15% promedio por debajo de los precios internacionales. Un desfasaje que acarrea perjuicios de hasta 450 millones de dólares mensuales y que debilita la posición de la empresa de cara a las inversiones programadas para el próximo decenio.
Si bien Petrobras es una empresa mixta público-privada, cuyas acciones cotizan en bolsa, su controlador mayoritario es el Gobierno Federal (64,01%). Es así que decisiones tan delicadas y estratégicas como lo son los precios de venta, deben ser acordadas con el Palacio do Planalto.
Petrobras es la mayor empresa de América Latina, con ventas anuales superiores a los 138.000 millones de dólares. En la actualidad emplea a 77.000 trabajadores y opera en 31 países. Ha cumplido un rol trascendental en el objetivo de Brasil de alcanzar el autoabastecimiento petrolero y por esto ha sido tomada como ejemplo por diversidad de gobiernos latinoamericanos. En la nueva etapa que comienza, la empresa deberá mostrar capacidad para encausar los (en ocasiones divergentes) intereses públicos y privados que conviven en su interior.