Las autoridades de Japón se mantienen en dudas en las que lanzar agua de la central nuclear de Fukushima con bajos índices radiactivos al mar podría ser parte de las opciones que se contempla para solucionar el problema de las fugas.
"Sé que he desatado la polémica cuando lo he dicho en otras ocasiones", explicó el presidente de la Autoridad de Regulación Nuclear de Japón (NRA, por sus siglas en inglés), Shunichi Tanaka. "Sin embargo, quiero dejar claro que no toleraré que se hagan vertidos al Pacífico con niveles por encima de lo que marca la ley", añadió.
La ley japonesa señala que para que una instalación nuclear tenga la opción de desechar un líquido radiactivo al mar, este tendrá que incluir menos de 90 becquereles de materia contaminante por litro.
Tanaka explicó que las prioridades para contener las fugas de agua radiactiva en la planta son que el operador mueva el agua contaminada almacenada a "tanques más seguros" y que se instale "cuanto antes" el sistema avanzado de procesamiento de líquidos diseñado por Toshiba.
Ya que se tiene la prioridad de limitar la cantidad de líquido empleado para refrigerar los reactores para de esta manera disminuir el volumen de fugas, la idea de TEPCO, operadora de la central, y de las autoridades japonesas es evaporar o arrojar al mar esta agua, en vez de reciclarla y volver a inyectarla en las unidades como antes.
Al principal problema de la central (la acumulación de agua contaminada en los sótanos de los edificios de los reactores, que se cree que causa vertidos de unas 300 toneladas diarias al Pacífico) se agregó en agosto una fuga de agua altamente contaminada que se localizó en uno de los tanques donde se guarda el refrigerante empleado.
Sobre la fuga de este tanque y a los altos niveles de radiación que se encontraron el pasado lunes en otros tres depósitos cercanos al mismo, Tanaka insistió en que ha pedido a TEPCO "que traslade el agua de estas cisternas problemáticas lo antes posible y que revise todas las juntas, válvulas".
Los cuatro tanques forman parte de una serie de 350 depósitos fabricados tras el inicio de la crisis nuclear de la forma más económica y rápida, ya que se empleó resina para unir sus juntas en vez de soldarlas.