actualizado 17 de julio 2014
Somoza salió en estado de ebriedad del poder dice testimonio de Nicho
Anastasio Somoza Debayle, en estado de ebriedad, llamaba a sus funcionarios y a los jefes de la Guardia para que resistieran
Redacción Central
La dictadura somocista fue derrocada el 19 de julio de 1979. Fue un triunfo aplastante en que el ganador se llevó todo, hecho importantísimo para comprender los eventos posteriores.
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El 17 de julio de 1979 es la fecha clave de la salida del poder y de Nicaragua del dictador Anastasio Somoza Debayle. Hay diversas versiones sobre las últimas horas antes de abandonar el poder según narra Nicho Marenco , ex alcalde de Managua . A continuación el relato de ese momento histórico en la cual dice:
Horas después de abandonar Nicaragua, el 17 de julio de 1979, Anastasio Somoza Debayle, en estado de ebriedad, llamaba a sus funcionarios y a los jefes de la Guardia para que resistieran, prometiéndoles refuerzos. Así lo relata Dionisio Marenco, miembro en ese momento de la comisión del exterior del FSLN y de la que coordinaba la transición de gobierno . He aquí el escrito de Dionisio Marenco.
La dictadura somocista fue derrocada el 19 de julio de 1979. Fue un triunfo aplastante en que el ganador se llevó todo, hecho importantísimo para comprender los eventos posteriores.
En la madrugada del día 17 de julio de 1979, el Gral. Anastasio Somoza Debayle huye de Nicaragua, derrotado por las fuerzas del FSLN, en su avión particular con destino a Miami. Con Somoza, hijo del fundador de la dinastía de su mismo nombre y hermano de Luis, también ex presidente de Nicaragua, finaliza un período de aproximadamente 40 años de gobierno dictatorial y corrupto.
En la mañana de ese día, 17 de julio, el Dr. Francisco Urcuyo Maliaño sería investido Presidente de Nicaragua por el Congreso de la República, y al mismo tiempo, en San José de Costa Rica, la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional se preparaba para volar a Managua y tomar el poder. El período del Dr. Urcuyo Maliaño era, por tanto, de carácter transitorio, de unas horas, mientras asumía el gobierno de reconstrucción nacional.
Urcuyo Maliaño es investido, pero ocurre lo inesperado. Él se proclama presidente para terminar el período de Somoza y desconoce todo lo acordado con los mediadores internacionales, tanto de EE.UU. como de la Organización de Estados Americanos (OEA).
En el puesto de mando general sandinista, llamado Palo Alto, se acelera la comunicación con cada frente de guerra. Los acuerdos se han roto y el FSLN analiza las consecuencias. ¿Será una maniobra norteamericana para invadir Nicaragua y evitar el triunfo militar del FSLN? ¿Será un libretazo de Urcuyo? ¿Se habrá recompuesto la Guardia Nacional?
La Guardia Nacional tiene nuevo comandante en jefe: el coronel Federico Mejía González, ascendido esa madrugada al grado de General. Previamente ha sido dado de baja todo el alto mando militar.
Militarmente, el cuadro es en extremo complicado para la Guardia Nacional. El FSLN controla las plazas principales y está combatiendo en toda Nicaragua. El gobierno provisional de Urcuyo prácticamente se encuentra reducido a las instalaciones de la Loma de Tiscapa. Managua es una isla. Se puede afirmar que Managua está aislada, pero no se ha rendido.
Si bien el terreno militar era de clara ventaja posicional, el terreno político era aún más ventajoso para el FSLN. La dictadura había perdido la batalla, a mi juicio, desde el día en que asesinaron, de rodillas y con los brazos en alto, al periodista Bill Stewart, corresponsal de la cadena norteamericana ABC, en las calles de Managua. El asesinato fue filmado.
La Junta de Gobierno, la dirección del Frente, negociaban con los delegados del gobierno de los EE.UU., encabezados por el embajador William Bowdler. La OEA tenía su misión, encabezada por el almirante Ramón Emilio Jiménez, canciller de República Dominicana, el canciller de Panamá, Carlos Ozores, y por el gobierno de Costa Rica, sede física del gobierno provisional, su presidente Rodrigo Carazo Odio y su ministro de Seguridad, Johnny Echeverría Brealy.
El corazón de la petición norteamericana era la ampliación de la junta de gobierno con ciudadanos provenientes de la empresa privada y partidos ligados al Frente Amplio Opositor (FAO). Incluso se barajaron algunos nombres de militares activos de la GN, como el coronel Otto Inocente Mojica y Gustavo Guillén. Para esa fecha, un grupo de militares de la Guardia Nacional ya estaban participando en las actividades revolucionarias. Entre otros, el coronel Bernardino Larios, después primer Ministro de Defensa del gobierno revolucionario, el coronel Guillermo Mendieta, el capitán Balladares, el coronel José Wenceslao Mayorga y el teniente Buitrago, capturado en el frente sur.
De manera especial debo señalar la participación decisiva de los pilotos y capitanes Manuel Porras y Agustín Román, muerto este último años después en un ataque aéreo contrarrevolucionario al Aeropuerto Sandino. También el ingeniero y capitán piloto Modesto Rojas.
Producto de las negociaciones, el recién nombrado Jefe de la Guardia, General Mejía González, se reuniría con nosotros en Puntarenas, Costa Rica, para negociar la rendición formal de la GN y la constitución de un estado mayor conjunto entre la Guardia depurada de oficiales corruptos y la jefatura militar sandinista. Mitad guardias, mitad guerrilleros. Difícil de imaginar ahora, pero así era. Llegamos a acordar, incluso, que la guardia estaría de la Aviación, hoy cuartel de policía “Ajax Delgado” hacia el oeste, y el Frente Sandinista de allí hacia el este. El objetivo era el control del aeropuerto.
Volamos a Puntarenas, a las 6:00 horas de ese 17 de julio, en compañía del coronel Larios y el grupo de guardias nacionales rebeldes, en un avión piloteado por Enrique Montealegre, viceministro de Seguridad Pública de Costa Rica. Viajaba también Johnny Chaverry, no Echeverría Brealy, entonces jefe de la seguridad de Costa Rica.
En Punta Arenas se nos juntó Edén Pastora, quien llegó por tierra, sumamente cansado, exhausto, llegó sólo a caer dormido.
Esperamos hasta las 10 horas y al ver que no llegaba Mejía González, me comuniqué con el puesto de mando, con Humberto Ortega, quien me dijo que presionara al viceministro tico para obtener respuesta por la ausencia de Mejía González. Este se comunicó con sus superiores y nos informaron la cancelación de la reunión. Casi al mismo tiempo, Urcuyo se proclamaba Presidente y rompía los acuerdos, abriendo el paso al triunfo total del FSLN.
Al llegar al aeropuerto de San José, cerca del mediodía, nos encontramos con los miembros de la junta que estaban listos para volar a Managua: Sergio Ramírez, Doña Violeta Barrios de Chamorro y Alfonso Robelo. Era una despedida oficial, con niños embanderados, alfombra roja y ceremonial diplomático. Era el nuevo gobierno que salía para Nicaragua. Daniel ya estaba en León, en el frente occidental y Moisés Hassan con los combatientes en Masaya. Estas cinco personas formaban el Gobierno de Reconstrucción Nacional.
En un pequeño salón de protocolo, aparte de los miembros de la junta, el almirante Jiménez, el canciller Ozores, un militar panameño cuyo nombre no recuerdo, Monseñor Obando y Bravo, el reverendo Bismarck Carballo, Ismael Reyes, jefe de la Cruz Roja Nicaragüense, Alfredo César, secretario de la Junta de Gobierno, y yo, nos aprestábamos a volar como avanzadilla para coordinar la transición de Urcuyo a Monseñor Obando y de éste a la Junta de Gobierno. Este proceso se daría al final del día 17 de julio de 1979 en el Hotel Camino Real de Managua.
En ese momento, cerca de las 13:00 horas, recibí una llamada de René Núñez Téllez, también miembro de la comisión que atendía el trabajo exterior del FSLN. Me dice que el aeropuerto está lleno de francotiradores y que garanticemos mecanismos de protección, para la misión de avanzada. En realidad lo que había era anarquía porque los guardias y somocistas querían huir del país al mismo tiempo.
Le transmito al almirante Jiménez la información que me acaba de dar René. El se sorprende y me dice: “Coño... ¿y entonces quién nos protege a nosotros?”. Yo le respondo: Usted me protege a mí, lo que tenemos que averiguar es quién lo protege a usted. Se comunicó por teléfono con el embajador Bowdler, en ese momento en la oficina presidencial de Rodrigo Carazo y, por lo que pude entender, aquél no pudo darle garantías mínimas para su seguridad. El viaje se cancela, fueron sus palabras. Inmediatamente partió para Casa Presidencial en San José.
Al suspenderse el viaje de la junta, por la actuación de Urcuyo y el caos creado por los guardias en desbandada, el “gobierno” revolucionario decide otra forma de entrar al país. El gobierno tico presionaba para que la junta saliera de Costa Rica y se constituyera en gobierno dentro de Nicaragua.
Cerca de las 20:00 horas, en la casa de Sergio Ramírez, el vicepresidente tico, José Miguel Alfaro, y el viceministro de Seguridad, Montealegre, se instalan a presionar por la salida de la Junta.
Yo me oponía a salir en un vuelo clandestino, que dejaba al enemigo el pleno conocimiento de la ruta y la hora del vuelo. En otras palabras era un vuelo suicida. Pero prevaleció el criterio de partir.
Se organizaron dos aviones. Uno comandado por Modesto Rojas, uno de los mejores combatientes que yo conocí, y otro comandado por Román o Lara y un copiloto tico, cuyo nombre no recuerdo.
Faltando 10 minutos para las doce de la noche del 17 de julio de 1979, la junta alzó vuelo hacia León, la capital liberada de la Nicaragua revolucionaria.
En un avión venían doña Violeta, José Bárcenas Levy, Juan Ignacio Gutiérrez Sacasa y Alfredo César Aguirre; y en la otra el Padre Ernesto Cardenal, Alfonso Robelo Callejas, René Núñez Téllez y Sergio Ramírez Mercado.
En el hangar quedamos Tito Castillo y yo. Fuimos bajados en el último momento para ceder el cupo a René y otro de los compañeros.
La junta llega a un aeropuerto clandestino en la carretera a Poneloya, en la madrugada del 18 de julio y se constituyó un gobierno provisional en territorio leonés.
Ofrecen Rendirse
- Serían las 9 de la mañana del día 18 de julio y en el centro de radio iniciábamos la producción de la transmisión de Radio Sandino clandestina, que saldría al aire por la noche de ese día 18 de julio de 1979. De pronto una llamada telefónica, pide hablar con el responsable de la unidad. Al contestar, se me identifica alguien como el coronel Néstor Chacón, del servicio de comunicaciones de Nicaragua, o sea Telcor.
- Me dice que desean rendirse y piden instrucciones sobre qué hacer. Al comienzo lo único que atino a decirle es que saque una bandera blanca para que nuestras unidades conozcan su decisión. Me dice que no tiene. Bueno, pues, saque una sábana, le digo. Yo me comunicaré de inmediato con las unidades más cercanas para que entren en contacto con usted. Debemos recordar que las fuerzas combatientes sandinistas estaban fuera de Managua y era muy difícil para nosotros garantizar algo en la propia ciudad.
- Se me ocurre preguntarle si sabe algo de Somoza y me dice que el día anterior (17 de julio) había llamado por teléfono desde Miami. Me da el número telefónico donde está Somoza y me cuenta que se le escuchaba bastante tomado, que le había dicho a Urcuyo que resistiera, que pronto le llegarían refuerzos y el mismo mensaje le daba a los guardias.
- El coronel Chacón continúa comentándome que Somoza vuelve a llamar por teléfono el día 18 por la mañanita y ya ha cambiado de opinión. Le dice a Urcuyo y a la Guardia que los yanquis lo tienen prácticamente preso y que tienen que cumplir lo acordado.
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