Al parecer el camino está libre para Guillermo Solís (foto grande) del Partido Acción Ciudadana (PAC) quien seguramente está feliz, por ser desde ya el virtual nuevo gobernante de Costa Rica, tras la decisión del candidato oficialista Johnny Araya (foto pequeña).
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El candidato oficialista Johnny Araya ya no seguirá luchando por su aspiración a la presidencia de Costa Rica después de conocerse los resultados a través de una encuesta en la que tiene el 40% menos de intenciones de votos con respecto a su adversario.
A través de su cuenta en Twitter, Araya indicó que desistía de realizar campaña para ahorrar "millones de colores", pero que se mantendría apegado "al principio constitucional de permanecer como candidato presidencial el 06 de abril".
Araya, del oficialista Partido Liberación Nacional (PLN), y Guillermo Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC); resultaron ser los más votados en la primera ronda del 2 de febrero anterior.
El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica elaboró una encuesta para el Semanario Universidad, publicada, en el cual Solís tiene un 64.4% de la intención de votos y Araya un 20.9%, mientras que un 14.7% dijo desconocer por quién votar.
Estos resultados vendrían a ser la razón que provocó el retiro de Araya de la campaña. Solís se mostró bastante satisfecho con los resultados y desistió de hacer un viaje a Estados Unidos tras conocer el rumor sobre el retiro de Araya.
De acuerdo al analista Claudio Alpízar, las posibilidades de Araya de lograr la presidencia fueron traídas por el desgaste de 8 años de gobierno de Liberación Nacional, específicamente el último de Laura Chinchilla que ha sido fuertemente señalado de ineficiente y corrupto por los ciudadanos.
También le costó haber subestimado al resto de candidatos presidenciales, al arrancar primero en las encuestas en la campaña, y no lograr crear una candidatura empática con el electorado.
Araya estaba dentro de la campaña de esta segunda ronda con menos dinero que sus adversarios, pero además con posibles luchas a lo interno de su partido después del golpe de haber perdido la primera vuelta, cuando todos los liberacionistas creyeron en un triunfo el 2 de febrero.