Los dos candidatos tienen dividida a la sociedad brasileña.
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La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el candidato socialdemócrata Aecio Neves se encuentran dentro de una agresiva lucha por los votos de cara a una semana de las elecciones más contendidas de la historia brasileña reciente.
Los 148,2 millones de brasileños convocados a las urnas para este próximo domingo 26 de octubre se encuentran profundamente divididos en dos bloques de igual tamaño, mayoritariamente en función de su clase social, que escogerán si el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) extiende sus 12 años en el poder.
Nieto de un presidente electo pero que nunca llegó a asumir, Neves, popular exgobernador de Minas Gerais (sureste), de 54 años, tiene una ligera ventaja sobre Rousseff, la exguerrillera de 66 años y número dos del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, con 51% contra 49%, pero los sondeos estiman que ambos se encuentran en empate técnico debido al margen de error.
La campaña electoral, llena de ataques cruzados, se hace más fuerte a días a pocos días los comicios. Neves se ha concentrado en denunciar el bajo crecimiento económico en Brasil, este año cercano a cero, y un gran escándalo de corrupción en la estatal Petrobras que habría beneficiado sobre todo al PT y a sus dirigentes.
Sin escatimar golpes bajos, incluso insinuando que Neves fue pillado conduciendo bajo el efecto del alcohol y las drogas, Rousseff asegura que el retorno del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) a la presidencia terminará con los programas sociales con los que el PT asegura haber sacado a 40 millones de la pobreza.