Cada año 5 mil personas quedan afectadas debido a accidentes de tránsito en Nicaragua.
Foto Después de siete horas de estudio y análisis del tema, Discapacidad, Iglesia y Sociedad en la XXIX catedra teológica “George Casalis”, convocada por el Centro Interesclesial de Estudios Teológicos Sociales (Cieets), más de 70 pastores, líderes evangélicosy laicos se comprometieron en convertirse en promotores enfavor de 130 mil discapacitados que urgen atención a sus múltiples necesidades.
David López, líder de la Asociación de personas no Videntes, dijo que en Nicaraguahay 130 mil personas, sordas, mudas, no videntesentreotras, sin incluir elcenso de los discapacitadosde la Costa delCaribe.
Cada año 5 mil varones,mujeres y niños, son víctimas de accidentes de tránsito que de alguna manera quedan lisiados o en silla de rueda o con prótesis, detalló el dirigente.
“Enla Iglesia deben de haber cambios y no conformarse en recomendar a los discapacitados que los atienda la Pastoral del Enfermo. Muchas personas aún creen que una persona discapacitada es por producto de un castigo de Dios o pecado”, dijo el líder.
Uno de los objetivos de lacatedra este año, es desarrollar una consulta nacional que muestre la realidad eclesial y socioeconómica de las personas con discapacidad para acompañar el liderazgo de la iglesia en la misión de abrir espacios con igualdad de oportunidades.
“Pedimos a la iglesia evangélica y católica protección porque estamos desprotegidos y necesitamos, empleo, dijo la no vidente Esmeralda Gaitán, invitada al debate donde se formó una Comisión saliendo electos el pastor de San Rafael del Sur,Freddy López, la teóloga de Managua, Mirna García, Andrés García, líder pastoral de Mateare, la pastora Carmen Valdivia de Managua y Sebastián Ocón de la iglesia bíblica de Tipitapa.
Esta Comisión tiene el mandato de impulsar un Movimiento a favor de los discapacitados que no conocen los alcances de la ley 773, o ley de protección del discapacitado para lo cual se iniciará una campaña para conocerla y sensibilizar a la sociedad, y sobre todo a transportistas de servicio colectivo que se negaron a usar las rampas hidráulicas para subir a los discapacitados en los autobuses, alegando que pierden mucho tiempo.
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