Escándalo: pagan a niños “pigmeos” con alcohol y pegamento para esnifar
Pueblos indígenas cazadores-recolectores que han sido desposeídos son remunerados con frecuencia con sustancias adictivas
Survival International

Expulsados de sus hogares en la selva, muchos cazadores-recolectores de África Central afrontan explotación en los márgenes de la sociedad mayoritaria.

Foto © C. Fornellino Romero/Survival
Niños indígenas de las selvas africanas han recibido como pago por trabajos menores pegamento para esnifar y alcohol, según desvela el informe de Survival El progreso puede matar (en su versión actualizada en inglés).

El informe encontró casos de comerciantes en la República del Congo que, en 2013, pagaban a niños bayakas con pegamento a cambio de vaciar letrinas.

En Camerún el pueblo indígena baka, expulsado ilegalmente de su hogar en la selva, recibe a menudo como contraprestación por medio día de labores manuales cinco vasos de licores caseros. La combinación de pobreza y depresión que causa el robo de sus tierras conduce a muchos indígenas a beber excesivamente como válvula de escape a sus problemas.

En buena parte de África Central, pueblos indígenas cazadores-recolectores que han sido desposeídos son remunerados con frecuencia con sustancias adictivas, en la mayoría de los casos alcohol casero.

Atono, un hombre baka que fue expulsado de su tierra a la fuerza, declaró: “Ahora enfermamos por el cambio en nuestra dieta. A nuestra piel no le gusta el sol y la vida aquí. En el bosque estamos sanos y engordamos. Ahora ninguno tenemos músculos. Todos parecemos enfermos. Nos vemos obligados a beber para olvidar nuestros problemas”.

Los problemas de adicción y abuso de sustancias tóxicas son comunes entre aquellos pueblos indígenas a quienes han robado sus tierras. En Canadá niños innus alienados, cuyo pueblo fue forzado a abandonar su modo de vida nomáda, esnifan gas con bolsas de plástico. Al igual que en Australia, las tasas de alcoholismo entre los aborígenes son superiores a las del resto de la población.

Como explica Boniface Alimankinni, un aborigen isleño tiwi: “No sentíamos respeto por nosotros mismos y no teníamos nada que dar a nuestros hijos más que violencia y alcoholismo. Nuestros niños están atrapados entre un pasado que no entienden y un futuro que no les ofrece nada”.

La adicción a las drogas y el alcoholismo no son inevitables para los pueblos indígenas. Son el resultado de una política fallida, de imposición de “progreso” y “desarrollo” a pueblos que, de otro modo, son en gran medida autosuficientes. Las sociedades industrializadas someten a los pueblos indígenas y tribales a una violencia genocida, a la esclavitud y al racismo, para robarles sus tierras, recursos y mano de obra. Estos crímenes a menudo se cometen en nombre del progreso y del desarrollo.

El director de Survival International, Stephen Corry, declaró: “El informe de Survival El progreso puede matar muestra que la imposición de ‘desarrollo’ a los pueblos indígenas, sencillamente, no funciona. Incluso la nueva atención sanitaria siempre es insuficiente para contrarrestar la devastación causada por el despojo de tierras. El desarrollo forzado sobre los pueblos indígenas nunca les genera una vida más larga y feliz, sino una existencia desalentadora y breve de la que solo se escapa con la muerte. El ‘progreso’ ha destruido a muchos pueblos indígenas y amenaza con destruir a muchos más, por lo que estamos pidiendo a Naciones Unidas que se pronuncie en contra del desarrollo forzoso en tierras indígenas”.





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