El gobierno y sus defensores siguen diciendo que nadie ha probado que hubo fraude electoral. Quien haya visto hoy el programa Esta Semana de CFCh pudo constatar que el fraude se prueba a la saciedad. Yo personalmente he escrito mi prueba con base en las actas de los escrutinios, que es, asimismo, la base probatoria innegable usada por CFCh, Sergio Ramírez y todos los que hemos expuesto la pruebas del fraude.
El Chele Grigsby afirma que nadie ha probado el fraude, asimismo diversos amigos en el mundo del orteguismo. Pero ninguno de ellos se preocupa por demostrar que las pruebas que estamos dando no son probatorias. Parece que ni ven los programas ni leen los artículos donde se prueba el fraude. Parece que, si acaso oyen, no escuchan.
A las actas en poder del PLC se refieren como “papelitos”. No parecen darle importancia a que son documentos creados en fuerza de la ley electoral precisamente para que sean los criterios decisivos en caso de disputa sobre los verdaderos escrutinios o verdaderos resultados de las votaciones. El gran argumento contra las actas son las proclamaciones del CSE y de su Presidente, bajo la especie de que ellos son la autoridad legal para proclamar los ganadores, haciendo caso omiso a que la autoridad no puede proclamar lo que las pruebas determinadas por la ley establecen que es falso. Aparentemente, para Grigsby y todos los orteguistas la autoridad, por ser la autoridad, tiene derecho a proclamar como ganador a quien le de la gana, sin tener en cuenta lo que las actas digan. Según ese bizarro modo de pensar, la prueba mayor de que no hubo fraude sería que la autoridad máxima del país, el Presidente de la República, ha afirmado que no hubo fraude…
Otro argumento que esgrimen es que Eduardo Montealegre no es confiable. Pero nadie está arguyendo fraude con base en que lo diga Montealegre, sino con base en que las actas demuestran que los resultados proclamados por el CSE son falsos. Montealegre no ha fabricado las actas, las actas las crearon en cada JRV los tres representantes oficiales del CSE y los cinco fiscales de los partidos contendientes, como consta por sus firmas estampadas en esas actas. Si pretenden decir que las actas que el PLC presenta fueron fabricadas por el PLC al margen de los resultados electorales, deberían demostrar cómo se hizo esa fabricación.
Al argumento de que las elecciones pueden resultar inválidas con base en que el CSE no ha proclamado todavía los resultados acta por acta sino sólo sus propias acumulaciones por municipio, y que eso es una lesión a la Ley Electoral, no responden, o se salen por peteneras diciendo que cuando se llamó a Montealegre a estar presente en el recuento, éste no se presentó. Pero no dicen por qué, prescindiendo de si Montealegre no cumpliera con el reglamento una vez, no volvieron a intentar un cotejo y conteo de las actas otra vez, siendo así que tuvieron más de una semana hasta que se venciera el período contemplado por la ley para, obligatoriamente, hacer recuentos cada vez que los partidos contendientes los exigieran. Si existiera una prohibición legal de que el CSE volviera a hacer un cotejo o recuento, tendrían razón, pero la Ley, más bien, exigía que se hiciera el recuento. Tampoco se preocupan por aceptar que, precisamente por existir exigencias de uno de los partidos, el CSE no tenía derecho a adelantar el tiempo de proclamación final de vencedores, y menos cuando el mismo Consejo se había negado a hacer un cotejo contra las actas. Y que esa negativa da pie para que legalmente se anulen las elecciones.
El otro gran “argumento” es que hay una campaña internacional de la derecha y de los enemigos del orteguismo y que en esa campaña se dice que hubo fraude. Pues bien, por mucha campaña de la derecha que haya, y por mucha coincidencia que exista entre lo que dice esa campaña y lo que decimos los ciudadanos nicaragüenses que alegamos fraude, eso no prueba que el fraude no haya existido ni que nuestras pruebas no sean válidas.
Otro “argumento” es de que como somos los perdedores y es lógico que los perdedores se quejen, tampoco podemos tener razón cuando alegamos fraude con base en argumentos legítimos. También nosotros podríamos alegar, con ese procedimiento absurdo de argumentación, que como ellos son gobierno y siempre que hay fraude quien lo comete es el gobierno, entonces el orteguismo en el poder necesariamente tuvo que cometer fraude…
Finalmente, también alegan que no podemos tener razón en alegar fraude si comenzamos a acusar de que se preparaba un fraude desde antes de las elecciones. La razón de que lo hiciéramos es, precisamente, porque el fraude, a todas vistas, se comenzó a fraguar desde antes de las elecciones y fue con base en esos hechos que advertimos que era muy probable que hubiera fraude. Pero eso no es prueba de que nuestras pruebas no prueben.
También alegan que alguien hizo una encuesta preelectoral y por esa encuesta se demuestra que las elecciones las iba a ganar el orteguismo. Para ellos sólo esa encuesta vale, y las decenas de encuestas serias que predecían la victoria del PLC, no valen.
La verdad es que nosotros no nos basamos en ninguna encuesta preelectoral sin en la discordancia de las actas con los resultados proclamados por el Consejo Supremo Electoral. Y la verdad es también que ellos alegan que el fraude no se demuestra porque no les conviene que se demuestre que hubo fraude. Así de sencillo.