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OPINION
La Jornada
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El privilegio del agua
En los países pobres no existen recursos para construir enormes represas, ni complejos sistemas de distribución de agua
POR CARMELO URSO
ACTUALIZADO 5 DE DICIEMBRE DE 2008

Una niña llamada Constanza

Constanza tiene 10 años y vive en una bonita urbanización de Caracas, capital de Venezuela, una de las ciudades más grandes del mundo. Constanza posee todas las comodidades que pueden hacer feliz a una muchacha inteligente.

Temprano en la mañana, se mete bajo la ducha. Éste es uno de los momentos del día que más le gusta. ¡Abre el grifo del agua caliente y deja que el líquido salga con abundancia! Después de un baño de 15 minutos, Constanza ha gastado unos 100 litros de agua.

Su madre se llama Paola. Con mucho cariño, y a lo largo del día, ella prepara para la familia el desayuno, el almuerzo y la cena. En ese lapso, gasta unos 80 litros de agua cociendo los alimentos y fregando los platos.

Como cualquiera de nosotros, Constanza siente de vez en cuando ganas de ir al baño… para lavarse las manos (antes y después de las comidas) y hacer sus necesidades. Cada día, la pequeña Constanza gasta al menos 100 litros de agua potable en sus visitas al baño.

Ella vive con su papá, que se llama Renato, y sus dos hermanos mayores, Enzo y Sergio. Cada uno de ellos ensucia una buena cantidad de ropa. Por suerte, tienen una eficiente lavadora que les ahorra mucho trabajo y esfuerzo. Semanalmente, cada miembro de la familia gasta 120 litros de agua para lavar sus camisas, pantalones, faldas, medias y demás prendas de vestir. 

Al final de la jornada, Constanza y su familia han gastado un poco más de 2.500 litros de agua potable. En un mes, habrán gastado 75.000 litros. Y en un año, ¡un poco menos de un millón de litros!

Esa inmensa cantidad de agua potable, al ser usada, se convierte en agua contaminada, la cual cuesta mucho dinero y trabajo potabilizar.

Un niño llamado Oumarú

Oumarú es un niño de 10 años que vive en un país africano llamado Níger.

Níger es uno de los países más pobres del planeta. Aunque tiene un territorio más grande que el de Venezuela (más de 1 millón de kilómetros cuadrados), en Níger hay apenas un lago grande y un río mediano. Del resto, sólo existen unos pocos riachuelos y pozos. El 70% del país está cubierto por el desierto del Sahara.

En la pequeña aldea donde vive Oumarú no hay ningún río. Tampoco hay árboles y el aire que se respira es siempre caliente, oloroso a tierra seca. En verano, la temperatura llega a veces a 48 grados centígrados.

Muy temprano, antes del amanecer, Oumarú y su mamá se levantan. Salen de la casa con unos recipientes que llevan sobre sus cabezas, sin sostenerlos con las manos.

Ambos comienzan una larga caminata de 7 kilómetros, que les conduce hasta un pequeño y poco caudaloso riachuelo. Entre ida y venida, les toma unas 4 horas hacer la caminata bajo el ardiente sol.

Cuando llegan al riachuelo se bañan y la madre –que se llama Nyagema- aprovecha para lavar la ropa. De regreso, traen consigo los recipientes llenos con unos 7 litros de agua no potable.

Con esa pequeña cantidad de líquido, cocinan los alimentos, sacian su sed, hacen las tareas domésticas y se lavan en la noche antes de acostarse.

Por suerte, este año el riachuelo no se ha secado. El año anterior dejó de tener agua durante el verano. Fue una situación muy difícil.

Oumarú y su mamá caminan unas 1.300 horas al año para buscar agua. En un año, consumen un poco menos de 2.500 litros de agua para saciar todas sus necesidades fisiológicas. Al otro lado del mundo, en una ciudad llamada Caracas, una niña de nombre Constanza y su familia gastan esa misma cantidad de agua en un solo día.

La mitad del mundo tiene muchísima sed

La situación de Oumarú y su mamá no es un caso extraño en el mundo.

Actualmente, casi la mitad de la población del planeta no tiene posibilidad de conseguir agua limpia en abundancia.

Con frecuencia, muchas personas en diferentes países sufren fuertes racionamientos del vital líquido, y en otros casos, no les queda más remedio que beber agua no potable o contaminada, lo cual es causa de graves enfermedades.

Según la Organización Mundial de la Salud, 250 litros de agua son suficientes para cubrir las necesidades diarias de un ser humano.

Sin embargo, mientras en algunos países latinoamericanios consumimos más de 470 litros diarios de agua potable por persona, hay partes del mundo, como en Níger, donde la gente apenas puede consumir entre 5 y 7 litros diarios.

En los países pobres no existen recursos para construir enormes represas, ni complejos sistemas de distribución de agua. Entonces, la gente tiene que hacer grandes trabajos para conseguir una poca cantidad de agua, generalmente no potabilizada.

Cuando abras la llave del agua, piensa en los niños y niñas, hombres y mujeres que, en otras partes del planeta, tienen que caminar varios kilómetros diarios bajo el sol caliente para conseguir apenas un poquito del más vital de los elementos, sin el cual la existencia humana es sencillamente imposible: el agua.

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