Para las nuevas generaciones. ¿Cuando hemos escrito sobre la influencia europea y nombramos a la civilización occidental, a qué nos estamos refiriendo? Hasta donde los libros de historia consultados nos orientaron, recibimos desde el descubrimiento, disculpen, desde el encuentro con Europa, un legado, una influencia, unas ideas, unas costumbres, unos hábitos, unos métodos, un idioma, unas formas, unas herramientas, etc., etc. Todo cuanto vino de allá y todo cuanto de aquí llevaron hasta allá.
Algo semejante ocurrió, en otro tiempo y muy anterior al contacto con América, entre los griegos y el resto de Europa. Y se cuenta que, precisamente, los griegos, sobre todo los seguidores de la escuela filosófica estoica, son los responsables de introducir, de legar, a los romanos, ciertos esquemas morales que, luego, fueron adoptados y difundidos en lo extenso de su imperio.
Debemos recordar, que en Grecia, los ciudadanos de Esparta, se opusieron sistemáticamente al comercio y a la propiedad privada y, sin que les cause mayor asombro, también elogiaban e incitaban al saqueo y al robo. Seria un buen tema de investigación, para los acuciosos, el por que de tal conducta. Existió un por qué. Les animo a investigarlo. Tal comportamiento se considero, en aquella época, contrario a la evolución de la civilización, como un retorno a la barbarie, al hombre primitivo. Recuerden que Esparta era guerrera y que la conducta de todos estaba sometida y regida por una autoridad única. Pero recuerden, también, que eso no impidió que, mas tarde, se adaptara al comercio, a la propiedad privada y al castigo de los infractores de la ley. Se adaptara al mundo de entonces. Recuerden a Cicerón: “…mercandi et navegandi cupiditas…”.
Roma transfirió a Europa y, por supuesto, luego llego a América, un modelo de derecho, una jurisprudencia, con bases suficientes, sobre la propiedad, hoy tal vez, mal llamada por nosotros, propiedad privada.
El imperio Romano decayó. Dio paso a otro tipo de orden político y en todos los demás aspectos. Se ha podido observar que la caída coincidía, en la medida en que sus decisiones, sobre todo administrativas, con la acción de ahogar la libre iniciativa, en la medida en que sus regimenes de gobierno intervenían autoritariamente, dictatorialmente, en el privado quehacer ciudadano. Esta conducta de los gobernantes se ha repetido históricamente muchas veces. Parece ser que no logran resistir la tentación de usar la fuerza bruta del poder para impedirles a los pueblos sus evolutivos y libres
avances de civilidad y convivencia, para impedirles su libertad, la cual, mas bien, deberían defender, y para imponerles sus puntos de vista “esclarecidos”, “revelados”, “mesiánicos”, etc, traídos del mas allá, sus interpretaciones de “cuanto mas le conviene al pueblo”, sus “planificaciones estratégicas” y “visiones geopolíticas” para el futuro que solo ellos conocen.
Hemos observado como una apreciable cantidad de naciones, entre ellas ahora Venezuela, han visto impedido su desarrollo por la desgraciada y desdichada intervención de algunos de sus gobernantes para impedirles su libertad e imponerles sus dictaduras, sus crímenes, sus robos, su locura. Y, precisamente en estos momentos, en la actualidad, nosotros, venezolanos, estamos viviendo “en carne propia” ese proceso. Y hay que definirlo, confrontarlo. Resistir, oponer y cambiar. Dictadura o Libertad. Cuba socialista, comunista, colectivista, esclavista o Venezuela libre, demócrata y plural. No cabe la duda. Escojamos la libertad de Venezuela. Nada de cipayos personales e ideológicos.
En Inglaterra, en los Países Bajos, en Alemania, en Italia es en donde ocurrió el renacimiento industrial moderno, durante el medioevo, con la propiedad privada respetada por los gobiernos y con libertad, con la burguesía, sin el autoritarismo, sin dictaduras, sin socialismo, sin comunismo, sin colectivismo. Ahí esta la URSS, ahora Rusia de nuevo. Eso es historia. La libertad y la propiedad privadas vienen con la civilización.
“La libertad, Sancho, es uno de los mas preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida. Miguel de Cervantes”.