Recordemos algunos aspectos de la sociedad plural. Retomemos el rumbo. Una sociedad plural debería estar complementada con una permanente deliberación democrática de sus miembros, orientada hacia una pluralidad de fines legítimos, consensuados. Eso debemos rescatarlo en cuanto salgamos de esta pesadilla socialista, comunista, colectivista.
La nueva democracia plural venezolana necesitará, para incorporarse a los desafíos del mundo contemporáneo y futuro, renovarse rápidamente, creando herramientas capaces de asegurar simultáneamente una mejor participación de los ciudadanos y una asunción de la complejidad de los problemas a resolver, articulando mejor las escalas de tiempo y realizaciones en su interior, en sus estados, municipios, caseríos y medio rural.
Las bases para esa renovación democrática presuntamente existen en parte: ésta experiencia fatídica, retrograda, de 10 años de desaciertos con gran numero de cadáveres de por medio y sinsabores que nos obliga, como pueblo, a la reconsideración, a la reflexión; la discusión que se ha suscitado por el momento entre los ciudadanos que, ojala, permita integrar de manera pluralista opiniones sensatas al debate democrático y la aparición, nacimiento, la puesta en escena de movimientos ciudadanos, nuevas organizaciones civiles que empiezan a actuar como nuevos agentes sociales.
De cuanto se trata, entonces, al rescatar la democracia plural es de construir una mejor y más eficiente democracia en la cual se fundan, en vez de encarar, las responsabilidades de representación, de deliberación y de participación libremente, por la voluntad de los ciudadanos. De construir una economía plural para no llegar al mercado totalitario. Una sociedad plural es, a la vez, una sociedad en la que el propio campo económico es pluralista y donde los medios de cambio y las monedas favorecen esa pluralidad.
Karl Polanyi se esforzó en demostrar que además del mercado hay otras formas de intercambio indispensables a toda sociedad: el vínculo político y el intercambio no mercantil organizado: la dádiva y la reciprocidad (relaciones familiares, amorosas, amistosas, pero también toda organización basada en la libre elección de las personas asociadas). Para este autor, toda sociedad que no reconoce el carácter irreducible de estos tres tipos de intercambio (mercado, dadiva y reciprocidad) está en graves dificultades y corre alto riesgo de implosión o de explotar.
Los sistemas totalitarios militaristas socialistas, comunistas, colectivistas, como el pretendiente en Venezuela, con base política comprada y pagada con los dineros provenientes del ingreso petrolero, muestran, sin rubor alguno, la subordinación de lo económico y el supuesto vínculo social a lo político, mientras que el totalitarismo teocrático muestra la sumisión de lo político y de lo económico a una forma de familia general, de todos, donde a cada persona se le considera miembro de una comunidad creyente. Seguiremos. ¿Dónde quedo aquello de que mi derecho termina donde comienza el ajeno?
“Mientras mas corrupto es el Estado, mas numerosas son las leyes. Cornelio Tácito” (55 – 120, historiador, senador, cónsul y gobernador romano).