Indudablemente, las futuras guerras serán por el control del agua potable y alimentos. Tal aseveración la confirma el informe elaborado por el ejército canadiense, titulado “El Contexto de la futura seguridad 2008-2030”, en que anticipan ciertas propuestas para atenuar y contrarrestar parte de lo que ya se presagia ocurrirá. Según revela el documento: “Las Fuerzas Armadas se están preparando para responder a los cuatro rincones del planeta, debido a las guerras regionales y eventuales hechos violentos por la competencia de los recursos naturales. Las futuras operaciones militares debidas a la multiplicación de motines provocados por el hambre darán lugar a intensos combates”.
Múltiples factores desestabilizarán el planeta en los próximos años, sobre todo el impacto ambiental. El citado informe acota, “en todo el mundo tendrán lugar fenómenos meteorológicos cada vez más violentos y cada vez más vinculados al cambio climático que exigirán intervenciones militares, desde misiones de socorro a las víctimas de catástrofes naturales hasta operaciones de estabilización a gran escala”. Las fuerzas canadienses estiman que la lucha entre los estados será por el control de recursos tales como el agua y los alimentos, presumiendo la peor de las situaciones. También prevé en países económicamente frágiles, las luchas internas por el control de los recursos, especialmente en forma de guerrillas u hordas armadas y organizadas para los saqueos.
En un lapso de 20 años problemas medioambientales como la escasez de agua y de alimentos, implicarán el desequilibrio en regiones enteras. “Se prevé que las presiones causadas por las migraciones y los flujos de refugiados o de personas desplazadas conllevarán a un recrudecimiento de las tensiones étnicas, religiosas o territoriales, inestabilidad y, posiblemente, crisis de gobernabilidad en esos estados. Tales efectos se manifestarán primeramente zonas costeras, donde habita el 75% de la población mundial, en especial entre los sectores de la economía y las localidades sensibles a las variaciones climáticas desde el punto de vista económico o ecológico”.
Afirman los analistas militares que, los efectos del cambio climático serán severos y tendrán consecuencias catastróficas, que especialmente afectarán: el deshielo de los casquetes polares, la subida del nivel del mar, la creciente desertificación y la disminución del rendimiento de los cultivos en ciertas regiones (en África sobre todo), transformación de hábitat, extinción de numerosas especies y propagación de enfermedades tropicales en las zonas templadas.
Aún cuando el agua cubre la mayor parte del planeta, la potable es muy escasa. De acuerdo con los científicos, el 99 % del agua de la Tierra es inutilizable porque se encuentra en océanos de aguas no aptas para el consumo y en las gélidas capas polares; el restante 1% está localizado a más de un kilómetro de profundidad.
Las fuentes disponibles de agua potable están constituidas mayormente por los lagos y ríos que representan menos del 1% de las reservas acuíferas del mundo, las que se han visto sujetas a una galopante contaminación y deterioro en la calidad. En gran parte de África, América Latina y Asia, los desperdicios de las alcantarillas van a dar directo a las fuentes de agua utilizadas para beber.
En la actualidad, más de 1,000 millones de personas carecen de acceso a agua limpia para ingerir y para efectos sanitarios. En contrapartida, la demanda de agua a nivel mundial se duplica cada 20 años por el incremento de la población. En tales circunstancias, el agua puede convertirse en el recurso más escaso y valioso del mundo que por encima del petróleo.
A causa del aumento de la escasez del precioso líquido vital, es probable que las próximas guerras sean por el agua. Actualmente más de 80 países, la mayoría de ellos situados en África y el Medio Oriente, enfrentan penurias de agua. En los años por venir, más de la mitad de la población global, con el 95% en Oriente Medio y el 65% de la del resto de Asia, sufrirá por la limitación de agua; el Pacífico también presentará serios problemas.
Respecto al agua, el potencial de conflictos internacionales puede medirse y establecerse por el hecho de que el 40% de la población mundial depende para su consumo de agua e irrigación de más de 215 sistemas fluviales que comparten al menos dos Estados; doce de los sistemas son compartidos al menos por cinco Estados diferentes.
Posiblemente, se originen disputas entre países que tratan de desviar agua de sus vecinos, pero tal interdependencia puede además suscitar presión sobre los Estados ubicados en la parte superior de los ríos o en la parte inferior de estos para cooperar en la preservación de la fuente común.
Los contaminantes del suelo, en su mayoría: derivados industriales, fertilizantes químicos, pesticidas, residuos nucleares, aguas negras y otros desperdicios no tratados; entran a los lagos y al curso de los ríos, llegando en último término a los océanos del mundo donde se alojan y van acumulando como un enorme potencial destructivo para la biodiversidad existente en los mismos.
Los científicos estiman en dos tercios (2/3), la proporción de la población mundial que sufrirá escasez de agua en el 2050. El agua puede considerarse como un ”patrimonio común de la humanidad”. Sin embargo, al igual que los demás recursos naturales, diversos actores compiten para controlarla y explotarla privadamente. Para que la humanidad perdure, hay que repartir equitativamente el agua entre las naciones.
Por ello, cuando el desarrollo de las tecnologías supera el umbral de coincidencia entre sujetos que reciben los beneficios (países desarrollados) y sujetos que pagan los costos (países subdesarrollados), amplía el área de las decisiones políticas. Ello plantea problemas teóricos y prácticos de relevante dificultad, que sólo la Comunidad Internacional democráticamente organizada puede resolver.