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actualizado 21 de julio 2010

Duele Respirar
En esa sombra débil que se disipó poco a poco por la claridad, me dolió mucho respirar
Por Walter Monge Cruz

La penumbra del amanecer me despertó de una pesadilla que me consumía en dolor. Una ola gigantesca arrasaba a miles de niños, quienes despavoridos ahogaban su inocencia en las aguas; unas llamas gigantescas quemaban vivos a cientos de seres humanos hasta convertirlos en cenizas; incontables cuerpos balaceados y apuñalados yacían sin vida ensangrentando las calles del mundo. Presencie funerales masivos en los cuales oí los gritos desconsoladores de miles de esposas y vi llorar desesperadamente a miles de madres; hombres desconsolados se arrastraban en miseria con las muñecas cortadas esparciendo sangre al buscar a sus mujeres.

En esa sombra débil que se disipó poco a poco por la claridad, me dolió mucho respirar. En cada inhalación, mi corazón sintió un golpe duro de dolor y en mi pecho, se agigantó la sensación de una llama de fuego, tan ardiente, que solo una pena inmensa puede provocar en el alma cuando esta siente el sufrimiento por alguien o algo que ama sublimemente.

Al ver el despertar de mi mundo a través del cristal de la ventana, descubro que vivo en una irrealidad, porque el mundo perfecto de paz y seguridad que me envuelve, es solo una falacia, ya que el verdadero mundo, es muy diferente a lo que mi paisaje me muestra. En el silencio de mi casa le abro las puertas nuevamente a la realidad de ese mundo que esta lejos de mí y pienso con dolor en quien aun duerme profundamente y descansa de su propio dolor en San Salvador.

Mientras el amor puro de una persona sea influenciado por las impurezas de quienes no han sido nunca capaces de verdaderamente amar, esa persona influenciada perderá lo más valioso que Dios le brinda y así el amor perfecto muere en ese ser, convirtiéndose en otra falacia mas de la vida que enferma a toda la sociedad. Porque el amor debe vivirse cada día como el de una mujer virgen que descubre por primera vez la sensación maravillosa que produce la felicidad de estar enamorada y sus acciones emanan generosidad y compasión con todos los que la rodean.

En una sociedad gobernada y liderada por un grupo pequeño de personas obscenas, quienes en su miserable desamor por la vida, cometieron todo tipo de acto inmoral, como el asesinato, el secuestro, la extorsión y el odio entre hermanos, sin poder nunca transformar sus vidas pidiendo perdón y arrepintiéndose con Dios, su influencia produce que generaciones de jóvenes sigan sus pasos y se pierdan en los vicios que provocan el dolor que he visto y sentido en mi pesadilla.

Amanecerá pronto en San Salvador, y el dolor, la tristeza, la pena y la decepción acongojará nuevamente el corazón de quien duerme, porque al abrir sus ojos, recordará nuevamente que en su vida el amor ha dejado de existir. Sentirá la pena del abandono y tendrá que enfrentar la vida con un espíritu derrotado. Acudirá al camino de quienes sufren lo mismo, para encontrar en su agonía el consuelo y así, juntos podrán seguir tropezando. Siento en mi alma el dolor de esa triste realidad y mi amor por quien sufre provoca que me duela mucho respirar.

Inducir nuevamente el amor en quien lo ha perdido es imperativo para encontrar la generosidad perdida e iniciar un nuevo camino que elimine el odio que persiste en el corazón del mundo.

Dar amor a quien no lo acepta, a quien lo rechaza, es una misión divina de cada ser humano que desee transformar su propio dolor, su propio caos, porque al dar una sonrisa recibirás otra, al ofrecer compasión la recibirás igual, al pedir perdón, podrás perdonar, al amar recibirás amor.

Al amanecer de un día cercano espero despertar con alegría y dejar de sentir este agobiante dolor por una nación que extraño y que amo, y que se desangra, porque es un dolor similar al que ocasiona la muerte de un ser querido o la perdida de una mujer excepcional. Duele respirar.

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