Marcos Casanova.

Si somos un Estado con un poder nacional potencial vinculado a nuestro privilegiada y codiciada posición geográfica y a nuestros recursos naturales, (solo cito dos ejemplos biodiversidad y recursos hídricos) es obligación hacernos la pregunta ¿Tenemos una diplomacia ambiental o una política exterior vinculada a los recursos naturales y ambientales? Recordemos, que hemos reiterado, que nuestra ubicación en el mapa no nos trae solo beneficios sino que también nos hace doblemente vulnerables desde el punto de vista ambiental de una forma, por la conexión geográfica a los continentes y los mares y por otra, el riesgo de ser factible a los desastres naturales.

La interrogante cobra mayor fuerza si le agregamos a lo anterior que lo Ambiental internacional ha pasado ha ser parte integrante y componente práctico y real de las negociaciones internacionales y del quehacer diario de un especialista en relaciones internacionales o de un funcionario diplomático.

Es sorprendente como el tema del medio ambiente trasciende fronteras estatales, disciplinas académicas, sectores investigativos, la temática ha invadido la diplomacia mundial originando la más nueva y espectacular esfera de las relaciones internacionales como es el derecho internacional ambiental donde encontramos multitud de tratados internacionales específicos sobre medio ambiente, muchos de los cuales Nicaragua es firmante; Sobresalen en el tema del comercio internacional y medio ambiente, los TLC que lo abordan a manera de normas laborales, ambientales y sanitarias; el tráfico transfronterizo de: pesticidas, de productos transgénicos, de desechos peligrosos, de especies vegetales y animales.

En la arena internacional se está en constante lucha por el dominio de: la biodiversidad por un lado las grandes compañías farmacéuticas, mineras pesqueras, de aguas de hidrocarburos y por otro lado la defensa de los países en desarrollo que poseen los recursos naturales y la materia prima pero no poseen la tecnología adecuada para lograr su aprovechamiento y gozar de sus beneficios.

Otras esferas relativa al campo de la diplomacia moderna es la contaminación transfronteriza, la crisis energética, la escasez de agua, el cambio climático, que está íntimamente relacionada a la emisión de los gases de efecto invernadero causante indirecto para muchos de las catástrofes naturales como los huracanes Mich, Catrina y Felix.

En este contexto internacional en que se desarrolla la problemática ambiental y el tema de la vulnerabilidad ante los inminentes peligros producto de los potenciales desastres de la naturaleza, demandan que los Estados nacionales pobres fortalezcan sus niveles de negociación internacional sobre el tema medioambiental a la vez eleven sus capacidades humanas en los distintos organismos del Estado, para que estos velen por los mecanismos, normas de protección y darle seguimiento a los recursos de cooperación, de pagos por servicios ambientales y de inversión.

De conformidad con la legislación nacional el Ministerio de Relaciones Exteriores es el ente nacional a cargo de elaborar y conducir la política exterior del Estado y que el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales tiene competencia para supervisar el cumplimiento de los convenios y compromisos internacionales del país en el área ambiental y coordinar con el Ministerio de Relaciones Exteriores los proyectos y programas internacionales de carácter ambiental, en referencia a los intereses territoriales y transfronterizos del Estado.

Distintos estudios sobre el posicionamiento de Nicaragua de cara a los acuerdos internacionales ambientales, plantean la necesidad de fortalecer su posición en el marco de una política exterior ambiental que fortalezca los lazos de cooperación y solidaridad, y dentro de esta lógica la aplicación de los principios de protección y amor a Nuestra Madre Tierra y que al mismo tiempo se plantee una posición no solamente como defensa a la integridad territorial, como lo hace ahora, sino que abarque los aspectos integrales que demanda la complejidad del tema.

La necesidad de fortalecer una posición de Estado pasa por el fortalecimiento de un mecanismo de coordinación permanente entre MARENA – MINREX, que no sea coyuntural sino sistemático, basado en una planificación definida y con instancias creadas para estos fines en este sentido sobresale la no existencia de la Unidad de Gestión Ambiental UGA en la Cancillería no así en el MARENA donde ya se ha creado una Unidad de Enlace y seguimiento al tema de los Convenios Internacionales Ambientales.

Me gusta una frase que dice, que “la ignorancia es nociva y peligrosa pero es mas aun cuando toma confianza”, No estoy de acuerdo con aquello que se dijo en algún tiempo, “lo que no sepas invéntalo”, los costos de poner en practica lo anterior se siguen pagando, creo que debería ser lo que no sepas investígalo, estúdialo, apréndelo, esfuérzate por lograrlo; por ello una recomendación sine qua non como especialista en Derecho Internacional Ambiental y catedrático universitario, es que todo esfuerzo inicial ante la creación de una política exterior ambientalista tiene que tomar en cuenta en principio la educación ambiental, en este caso basada en la capacitación en materia jurídico-ambiental internacional la que buscaría por un lado crear conciencia ambiental, a través de la adquisición de conocimientos de la normativa y que ha su ves mejorará las habilidades del funcionario que se beneficia de la capacitación, es decir que el esfuerzo de capacitación se vuelve un ganar-ganar y deja una palpable capacidad instalada y se evita la chapucería.

Un ipegue, digno de destacar, serramos una década con un Nicaragüense Presidente del sexagésimo tercer período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, “el insigne maestro de la diplomacia y símbolo de la defensa de los derechos de la humanidad, El Excmo. Sr. Padre Miguel d'Escoto Brockmann”, sobresaliendo en el periodo de su gestión, la aprobación de la Declaración Universal de las Naciones Unidas para el Bien Común de la madre Tierra y de la Humanidad, de la cual Nicaragua es el Primer Estado signatario lo que implica una responsabilidad aun mayor que nos demanda no solamente una firma, es hora de tomar conciencia que el tema es apremiante, difícil, urgente y complicado y que nuestros funcionarios diplomáticos no serán especialistas en esta materia simplemente porque dicen que lo son ha llegado la hora de demostrarlo.