El canibalismo es la práctica de alimentarse de miembros de la propia especie. Usualmente, se suele emplear el término para referirse al acto en el que un ser humano come a otro ser humano. El término proviene de la práctica de la tribu Caribe, proveniente de la palabra caniba, utilizada por los tainos que Cristóbal Colón encontró en la isla de La Española (Republica Dominicana) en su primer viaje a América.
Los políticos ecuatorianos muy especialmente, han empezado una serie de prácticas canibalescas, aportando raíces a la teoría darwiniana según la cual, “solo el más fuerte sobrevive”.
Las acciones aisladas de algunos actores políticos, sirven para empobrecer aun más el enrarecido y malogrado debate de ideas, donde continua primando la hegemonía correista como único referente de discusión política en el país. La división de la llamada derecha y centro político, fortalece solo al gobierno en la persona de Rafael Correa, donde tampoco existe ningún liderazgo emergente que le de continuidad a la obra pública, política y social del presidente. La falta de liderazgo político empobrece no solo a la oposición sino también al propio gobierno. En un sistema social de derechos, donde no exista con quien debatir los asuntos del estado, la inanición se convierte en un elipsis mortal que acaba por arrastrar a todos en un torbellino de lucubraciones y alucinaciones conspirativas.
Aprendan de Chile y lo que fue la “Concertación”, como proyecto político aglutino a todos aquellos actores con un mínimo de interés común, donde muchos dejaron de lado sus grandes diferencias históricas para aprovechar aquellos pequeños puntos donde coincidían y así alcanzaron el poder gracias a la unidad que les garantizo 20 años de gobiernos ininterrumpido.
La alternabilidad en el ejercicio del poder político, solo se da en un estado, donde existen distintas corrientes políticas, fortalecidas por la experiencia, madures y respeto por los espacios bien ganados. El canibalismo nos está consumiendo como nación, a un ritmo impresionante, donde los actores públicos coinciden solo en los lamentos que son comunes entre todos.
Construir una verdadera democracia es una tarea pendiente para los ecuatorianos, quienes se ven en la incapacidad de cumplir sueños y promesas, producto de la maldición del sueño de ser presidente que todos sueñan. Unidos son muchos, divididos no son nada, esta es la verdadera lección que deben aprender para ganar primero respeto y después el poder político.