La república centroamericana de Honduras y su gobierno constitucional, encabezado por Porfirio Lobo, todavía se mantienen en la lista negra de la Unasur, producto principalmente del desprecio de los gobiernos de Ecuador y Venezuela.
Mientras somos alcahuetes de las violaciones constitucionales en Nicaragua, cuyo presidente Daniel Ortega, busca un golpe de estado a la Corte Suprema de Justicia, para nombrar una mayoría afín, que de paso a sus pretensiones de reelegirse en la presidencia de la república, a Honduras cuyo gobierno no parece tener los amigos que tiene Ortega, se les mantiene marginados.
La postura chiflera del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, en contra del pueblo hondureño, ya no deja espacios a la especulación, y demuestra al mundo que él Insulza es un empleado a sueldo y servir carroñero de Chávez y el Alba, que lo promocionaron y llevaron a la reelección como Secretario General.
Honduras y su gobierno legítimo y constitucional merecen el respeto y respaldo de las democracias americanas.
Porfirio Lobo es un demócrata decente y humano, que necesita del respaldo de las naciones del continente para sacar a su pueblo de la pobreza extrema. Es hora de quitarnos las caretas, y dar un paso adelante en apoyo de la democracia y los mejores intereses de nuestros pueblos hermanos.
(*)Consultor Político