No solo la naturaleza se ensaña contra el empobrecido pueblo haitiano, sino hasta la misma muerte que no parece satisfecha con las víctimas del terremoto. La tragedia haitiana provoca no solamente angustia sino pesadillas, la ayuda internacional tan prometida y cacareada por decenas de naciones ricas del mundo, no ha sido ni suficiente ni oportuna. Todavía hay cientos de miles de haitianos que duermen en improvisadas casas de plásticos en albergues, que apenas consumen un alimento diario mal balanceado y carecen de agua potable y medicinas para enfrentar el día a día en la nación más castigada y pobre del continente.
La falta de una acción directa afecta el futuro negro e incierto de la desfallecida población caribeña, quienes tienen como única oportunidad de vida, emigrar hacia la república Dominicana su natural vecino. El drama haitiano parece no afectar la sicología del mundo civilizado, como pueden países enteros, despilfarrar miles de millones de dólares en excentricidades domesticas, mientras en esta parte del mundo la gente se muere de hambre, sed y enfermedades, y algunos reportes dan cuenta de canibalismos y otras atrocidades mundanas.
Los Estados Unidos han aportado muchísimo en materia de seguridad y alimentación a la empobrecida nación, pero no es todavía suficiente ante el drama humano de miseria sin límites donde a veces la muerte es la única salida ante la desesperación y la indigencia. La epidemia del Cólera ya asentada en Haití, podría extenderse rápidamente hacia la República Dominicana y de ahí al resto del continente. Las medidas a tomar podrían ser extremas si no se actúa ahora con la firmeza y la responsabilidad necesaria.
Pretendo presentar una solución Salomónica, necesaria y permanente a este drama inhumano: que los países más ricos del planeta, aglomerados en la Unión Europea, colonializen y conviertan Haití en un estado asociado o protectorado de la Unión Europea, parecido al federado que mantienen Estados Unidos y Puerto Rico. Haití pasaría a formar parte como socio humanitario de la Unión Europea, con el compromiso de una administración europea eficiente y humana que saque del hambre primero y luego del retroceso a la empobrecida nación americana. No pretendo con esta propuesta desconocer el apoyo que ciertos países europeos han brindado a la nación caribeña, pero sí llamar su atención para que tomen una solución de raíz, y por una vez en la vida, el mundo civilizado ponga su mirada hacia Haití y reconozca que de alguna manera todos somos culpables del drama inhumano de esta empobrecía nación.