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actualizado 23 de septiembre 2010

Lograr más crecimiento con menos pobreza y hambre en un mundo incierto
Debemos redoblar el esfuerzo para focalizar la ayuda en los pobres y los vulnerables
Por Robert B. Zoellick

La necesidad de superar la indigencia y el hambre han sido el núcleo del esfuerzo mundial por alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) desde su adopción hace una década. Hasta las crisis alimenticia, de combustible, y financiera de los últimos dos años, los países en desarrollo progresaban hacia el cumplimiento de estos objetivos, si bien a ritmos diferentes.

En 1981, el 52 por ciento de las personas en los países en desarrollo vivía en la indigencia; hacia el 2005, esa proporción había descendido a 25 por ciento. El esfuerzo dio buenos resultados hasta el advenimiento de estas crisis; los niveles de pobreza descendieron marcadamente en Asia oriental, América Latina, y Europa central y oriental.

Pero este avance no llegó a todos. África subsahariana continúa a la zaga: las tasas de hambre y desnutrición han estado descendiendo, pero no tanto como para alcanzar el objetivo de erradicar el hambre para el 2015.

Las crisis sólo empeoraron esta situación. El Banco Mundial calcula que 64 millones de personas más vivían en la indigencia (con menos de $1,25 al día) en el 2010; para el 2015, morirán 1,2 millones de jóvenes más, 350.000 estudiantes adicionales no terminarán la escuela primaria, y alrededor de 100 millones de personas más seguirán careciendo de acceso al agua potable. Más aun: por primera vez en la historia, mil millones de personas se van a dormir con hambre todas las noches.

Debemos redoblar el esfuerzo para focalizar la ayuda en los pobres y los vulnerables. Invertir en la cadena alimenticia para incrementar la productividad y la cantidad de productos agrícolas no solamente ayudará a mitigar el hambre. También contribuirá a superar la pobreza, dado que el 75 por ciento de los pobres del mundo habitan zonas rurales en países en desarrollo.

Los países de bajo ingreso pueden mejorar sus programas de protección social para auxiliar a la población más pobre. La nutrición debe ser una parte integral de estos programas de protección social. El objetivo de mejorar el nivel de nutrición conlleva múltiples efectos positivos, en tanto está vinculado a la mortalidad materna e infantil, educación, y salud.

El Banco Mundial está trabajando junto al Programa Mundial de Alimentos y la UNICEF para mejorar la interconexión entre nutrición y programas de protección social como la alimentación escolar y comida por trabajo. A través de alianzas con otros interesados, esperamos aprovechar los nuevos conocimientos sobre suplementos alimenticios y así mejorar la dieta de los más humildes.

La recuperación de la economía mundial es despareja e incierta sin el necesario aumento de puestos de trabajo. Debemos recuperar el terreno perdido y acelerar el paso para superar la pobreza.

El potencial de crecimiento no se limita a unos pocos mercados emergentes. La implementación de políticas más sólidas ha mejorado el desempeño económico y las oportunidades en mucho países de bajo ingreso, incluyendo el África subsahariana, que registró una tasa anual de crecimiento de seis por ciento durante los cinco años previos a la crisis.

Es imperativo enfocarse en los trabajadores — emplearlos a todos, y emplearlos en su máxima productividad. En este sentido, los países deberán contar con sistemas que generen destrezas a través del desarrollo infantil temprano, haciendo hincapié en la nutrición, la estimulación, y las habilidades cognitivas básicas. También deben asegurar que, una vez en la escuela, los estudiantes aprendan como resultado de normas transparentes, buenos profesores, recursos suficientes, enfatizando los resultados y el desempeño dentro del sistema escolar extendido. Es esencial estimular las habilidades que los empleadores requieren y promover la capacidad empresarial y la innovación.

La recuperación también dependerá del rebote del sector privado. Las empresas invertirán y generarán puestos de trabajo sólo si obtienen beneficios. Los países deberán crear un entorno de inversión más atractivo, estableciendo reglas claras, implementando reformas regulatorias y proporcionando financiamiento para la inversión privada de pequeñas y medianas empresas, al tiempo que se asegura el buen gobierno y la lucha contra la corrupción.

A medida que la comunidad para el desarrollo evalúa el progreso de los ODM en la ONU esta semana, deberemos ver más allá de los números para comprender qué podemos aprender de ellos y de nuestro esfuerzo hasta la fecha. Debemos invertir en aquello que funciona y enmendar lo que no. El espíritu humano puede conseguir cosas asombrosas. Hay que darle esa oportunidad a todos.

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