El Congreso Nacional Popular de China aprobó su Duodécimo Plan Quinquenal, que podría pasar a la Historia como una de sus más audaces iniciativas estratégicas. Básicamente, cambiará su modelo económico pasando de la estructura de los últimos treinta años, basada en la exportación y la inversión, a una modalidad de crecimiento impulsado por los consumidores nativos.

Tal cambio traerá derivaciones profundas para China, el resto de Asia, y la economía mundial. El Quinto Plan Quinquenal, allanó el camino para las “reformas y apertura” de finales de la década de los 70´s. El Noveno Plan Quinquenal, desencadenó la apertura al mercado de las empresas de propiedad estatal a mediados del decenio de 1990, y el próximo Plan le obligará a revisar los fundamentos de los valores esenciales de su economía.

El Primer Ministro, WenJiabao, preparó el terreno hace cuatro años, formulando por primera vez la paradoja de los “Cuatro Fallos”: una economía cuya fuerza en la superficie ocultaba una estructura que se tornaba cada vez más “inestable, desequilibrada, descoordinada e insostenible”.

Una paradoja, es una idea extraña opuesta a lo que se considera verdadero o a la opinión general. En otras palabras, es una proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica o a una situación que infringe el sentido común. En retórica, es una figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción.

La paradoja, es un poderoso estímulo para la reflexión, los filósofos a menudo se sirven de ella para revelar la complejidad de la realidad, y permite demostrar las limitaciones de las herramientas de la mente humana. La identificación de paradojas, basadas en conceptos que a primera vista parecen simples y razonables, han impulsado significativos avances en la ciencia, la filosofía y las matemáticas. China ya no puede permitirse el lujo de considerar los “cuatro fallos” una conjetura teórica, así lo denota la recesión de 2008-2009. A futuro, quizás la crisis se caracterice por réplicas duraderas del terremoto en el mundo desarrollado, socavando la demanda externa de la que durante tanto tiempo ha dependido China; a su Gobierno le queda como alternativa, volverse hacia la demanda interna y abordar de frente los “cuatro fallos”.

Justamente es lo que hará el Duodécimo Plan Quinquenal, concentrándose en importantes iniciativas pro-consumistas. China empezaría a abandonar el modelo manufacturero que ha sustentado el crecimiento impulsado por la exportación y la inversión.

Durante tres décadas, esta modalidad ha sido fructífera para China; depender de un aumento de la productividad con gran cantidad de capital y ahorro de mano de obra.

Acorde al nuevo Plan, China adoptará un prototipo de servicios con una densidad de mano de obra mucho mayor. Esta transición le brindaría más perspectivas de crear puestos de trabajo, que con perfil en materia de empleo de una unidad de producción, realmente alcanzaría su objetivo con un crecimiento más lento del PIB.

En adición, el sector servicio tiene una densidad mucho menor en materia de recursos que el manufacturero, lo que ofrecería a China los beneficios accesorios de un modelo de desarrollo más ligero, más limpio y más ecológico.

La segunda iniciativa del Plan pro-consumo irá enfocada al aumento salarial, centrada sobre todo en los estáticos salarios de los trabajadores rurales, cuya renta per cápita actualmente representa sólo el 30 por ciento de la de las zonas urbanas: precisamente lo opuesto de las aspiraciones de China a una “sociedad más armoniosa”.

Entre las reformas políticas tributarias encaminadas a aumentar el poder adquisitivo de las zonas rurales, destacan medidas para ampliar la propiedad de tierras de zonas rurales y programas basados en la tecnología para incrementar la productividad agrícola. Pero el mayor impulso, sin duda se deberá a prácticas que fomenten la continua y rápida migración del campo a las ciudades.

La ampliación del empleo, mediante el sector de los servicios, y el de los salarios, mediante un apoyo más decidido a los trabajadores rurales, contribuirán en gran medida a una subida de los ingresos personales de los chinos, que ahora representan tan sólo el 42 por ciento del PIB.

Constituirá el tercer componente importante del programa del Plan pro-consumo: la creación de una red de seguridad social para reducir el ahorro cauteloso. Concretamente, significa una seguridad social, pensiones privadas, seguros de enfermedad y desempleo; planes existentes en el papel, pero que requieren una híper financiación.

Mucho más que esos tres pilares de una política pro consumo, contendrá el Duodécimo Plan Quinquenal. Merecida mención, que el Plan se centre en el desarrollo acelerado de varias industrias estratégicas en ascenso: desde la biotecnología y las energías substitutivas hasta la tecnología de nuevos materiales y la información de ulterior generación.

En comparación con los niveles internacionales, el gran aumento seguiría siendo bajo, no por ello dejaría de suponer un paso decisivo para China por la vía del reequilibrio y para sus más importantes socios comerciales, sería un enorme impulso y no sólo para los del Asia Oriental, sino también para las economías europeas y de los Estados Unidos, con su limitado crecimiento.

Es factible acotar, que el Duodécimo Plan Quinquenal, desencadenará el mayor proceso de consumo de la historia contemporánea, con graves y acaso irreversibles consecuencias como: la agresión al medio ambiente y el emergente daño ecológico.

Existe un inconveniente: China reducirá su ahorro excedente al pasar a una dinámica más impulsada por el consumo, y tendrá menos remanente para financiar los permanentes déficits de ahorro de países como los Estados Unidos de América y Europa.

La posibilidad de semejante reequilibrio mundial asimétrico, en el que China sea la vanguardia y el mundo desarrollado vaya a la zaga, podría ser el principal fruto no deseado del Duodécimo Plan Quinquenal. Breve: “Cuatro fallos distintos y una paradoja verdadera”… una gran disyuntiva.