La Eurozona o Zona euro, creada el 1 de enero de 1991, es el conjunto de 17 estados miembros de la Unión Europea, que adoptaron el euro como moneda oficial, instaurando la unión monetaria, cuya autoridad es controlada por el Eurosistema. Su potestad económico-política radica en el Eurogrupo y en la Comisión Europea.
Fusión de los términos “recesión” e “inflación”, Estanflación es la situación económica que implica simultaneidad del alza de precios, aumento del desempleo y el estancamiento económico, conducente a una crisis e incluso recesión.
La crisis de deuda en la eurozona y ciertos indicadores macroeconómicos recientes, han alertado del riesgo de que el escenario recesivo retorne a la economía mundial en 2012, tal lo ha prevenido el FMI, suponiendo la vuelta a olvidados escenarios de recesión e inflación, y desencadenando una potencial “estanflación”. Refieren un brutal recorte de las previsiones iniciales para Europa con un raquítico crecimiento para 2012 del 0.2% frente a la estimación previa de un 2.8%.
Lo anterior, aunado con la ineludible depreciación del euro frente al dólar, dado los problemas de deuda soberana en la Eurozona y un virtual repunte del precio del crudo originado por desastres naturales y desestabilizantes factores geopolíticos (que conducirían a problemas de aprovisionamiento a otros países) cediendo paso a episodios de estanflación para el 2012 (inflación próxima al 4% sumada al negativo crecimiento del PIB) generando una nueva recesión.
La inhabilidad de los líderes políticos europeos para superar la pesadilla de la deuda soberana hace que el adeudo público de los estados, tradicionalmente uno de los activos más seguros, haya perdido confiabilidad. Los bancos no se conceden préstamos, aferrándose a un Banco Central Europeo con las manos semi atadas, y cada vez más incendios que sofocar.
En este contexto, si la crisis en Europa se agudiza, el Fondo Monetario Internacional requeriría más recursos financieros, los líderes del Grupo de los 20 (G-20), compuesto por países industrializados y en vías de desarrollo, se han comprometido a otorgar financiamiento al FMI, pero la directora gerente del organismo, Christine Lagarde, declinó especificar cuánto sufragará cada país.
El “credit crunch” es una crisis de restricción del crédito; sobre ella, el banco suizo UBS, asevera en su informe: “El credit crunch se ha materializado”, denotando que el comercio será quien más lo padezca. El crédito no llega a las empresas ni a las Pymes. Citi Bank, por su lado, admite que la crisis de la banca europea podría provocar una sequía de crédito a nivel internacional.
La ausencia de financiación que ya padecía una Europa sumida en recortes presupuestarios, la tiene al borde de otra recesión. El ánimo del consumidor permanece en su peor nivel histórico y las cuasi inexistentes tasas de interés no logran reactivar un mercado inmobiliario, cuyo riesgo subsiste debido a las millones de hipotecas que aún giran dentro del sector financiero.
Predomina en Europa la sensación de estar viviendo en un orden absolutista, en el que una ínfima minoría acapara el grueso del poder, la riqueza y los privilegios, mientras conduce al resto de los ciudadanos al desastre. Tal impresión se patentiza cada vez más en la actual Europa.
Los bancos y los estados persisten en crear más deuda, y el Banco Central Europeo (BCE) sigue comprando deuda de Grecia, Portugal, Italia y España. Todo el sistema financiero gira en torno a ellos y por ellos, siendo junto a las empresas acreedoras, los primeros en ser rescatados por el Estado cuando el sistema monetario falla.
Los bancos centrales, generalmente, deben elegir entre reactivar la economía o drenarla mediante el ajuste del tipo de interés del dinero, siendo este su principal cometido. Reducir el tipo de interés provoca un ascenso económico, pero esto dispara la inflación; aumentar el tipo de interés permite luchar con la inflación, pero reduce el crecimiento económico. En la estanflación coexisten ambos problemas, un verdadero dilema para la política monetaria.
Parte de la dificultad que afrontan los bancos centrales en la estanflación, es que esta opera en forma selectiva en distintas clases de activos. Por ejemplo, al final de 2007, los valores de las casas en Estados Unidos de América (USA) empezaron a caer (deflación), mientras los precios del consumo comenzaron a crecer (inflación).
La Reserva Federal (Banco Central de USA) hizo vigorosos esfuerzos para evitar la caída de los precios de las viviendas, tendientes a disminuir el tipo de interés y a hacer más asequibles las hipotecas; esto provocó que los consumidores tuviesen mayor disponibilidad de dinero al contraerse los precios de los créditos.
Suscitado por la desenfrenada impresión monetaria a fines de los años 60, el estrepitoso colapso de Bretton Woods, condujo luego a la estanflación de los 70 e inicios de los 80; y, posteriormente, al breve receso que terminó a mediados de los 90.
Como corolario a lo anterior, en los últimos años se ha pasado de una burbuja a otra, y de crisis en crisis: imprimiendo dinero, primero, para mantener en marcha la economía; segundo, para superar el fin de la burbuja punto com, más tarde, para sostener una triple burbuja inmobiliaria, de instrumentos securitizados y de commodities, una suerte de círculo vicioso.
En la era de la globalización neoliberal, nos encontramos varados ante una crisis que ha alcanzado relieve internacional, una dimensión estructural que amaga con terminar en una “estanflación”.
Tal como discurren las cosas, si la crisis europea arrastra a Estados Unidos, China e India, la situación se puede complicar por la característica volatilidad de las economías. Un panorama nada halagüeño, en momentos en que se desconoce la magnitud de sus consecuencias. Al parecer, la crisis irremediablemente va rumbo a la estanflación.
*Diplomático, jurista y politólogo.