Con extensión superficial de 647.947 kilómetros cuadrados, alrededor del 75% es terreno montañoso. Afganistán es un país pobrísimo; tan es así que en 1995, ocupó el puesto 192, entre igual número de participantes en el ranking de países, según su consumo calórico poblacional.
Miles de personas carecen de alimentos, vivienda y asistencia sanitaria; casi un tercio de su población abandonó el territorio huyendo de la guerra; aproximadamente fueron seis millones los refugiados establecidos en Irán, Pakistán y otros países.
Un diplomático europeo, conocedor de la situación en el país asiático asevera, que éste, virtualmente está sentado en un banco de oro ó de riquezas sin explotar; bien oculto pero palpables bajo tierra: oro, mineral de hierro, cobre, litio, variedad de minerales estratégicos, tierras raras, piedras preciosas; riquezas estimadas en tres billones de dólares. No incluyendo los que provean el gas y el petróleo, prácticamente inexplorados.
En la vida diaria del hombre actual, los recursos minerales tienen enorme importancia ya que le proveen innumerables elementos básicos que facilitan la vida moderna, permitiéndole gozar de calefacción, electricidad, combustible para los vehículos, fertilizantes para la tierra, materiales para construir viviendas y edificios, producir medicamentos, accesorios, etc.
Como minerales estratégicos, se designan todos aquellos utilizados en la industria por sus intrínsecas propiedades siendo sus reservas muy codiciadas por los países industrializados; para el país productor, su exportación supone un gran ingreso. Los expertos hablan que 28 son los minerales considerados como “imprescindibles para el funcionamiento de la economía mundial”.
En primer plano, aparecen el cobre, plomo, zinc, estaño, platino y uranio, siguiéndoles muy de cerca en la escala de preferencias la plata, las calizas y las tierras raras. Otros minerales como el coltan, niobio, berilio o molibdeno, han ingresado en esta lista debido a los últimos avances tecnológicos.
Debido a esas riquezas inorgánicas existentes en Afganistán, es que grandes corporaciones extractoras del mundo y sus asociados: bancos, fabricantes de equipo pesado, firmas de tecnología de punta y compañías de seguridad, entre otras, están interesados en usufructuar sus riquezas.
Cuando la intervención desaparezca de escena, Pakistán teme que el Ejército afgano a duras penas aguante un par de años, para luego fraccionarse en líneas tribales y resurja la Alianza del Norte, ayudada por Irán e India, panorama que es una pesadilla para Islamabad.
La constante actividad de los talibanes y afines, cobijados en un Pakistán en el que no pueden evitar la reminiscencia de aquellas imágenes del helicóptero en la azotea de la Embajada de Estados Unidos en Saigón, recogiendo a los últimos desesperados por escapar en 1975.
China e India, son los primeros países en tomar su trozo del monumental pastel, sin gastar un céntimo en operaciones militares de estabilización o de lucha contra el terrorismo (Estados Unidos, invirtió 100.000 millones de dólares anuales).
Según el Ministerio de Minas de Afganistán, una compañía india se llevó la concesión de explotación de mineral de hierro; Pekín tendrá luz verde para explotar un yacimiento de gas y petróleo. China, tiene un pacto para trabajar en una mina de cobre.
Temiendo quedarse fuera del festín, Occidente aprieta las tuercas al Gobierno de Hamid Karzai. Tres de sus ministros (Finanzas, Economía y Minas) fueron invitados estelares a una conferencia internacional organizada en Bruselas por Euromines, representante de decenas de compañías del sector de la extracción (ello nos lleva a los tres billones del tesoro oculto).
A los ministros afganos se les hizo notar que el desarrollo del sector de los recursos naturales y el crecimiento económico, en general debían reforzarse mutuamente creando poco a poco una sólida base económica en Afganistán. Para ello, se les presentó una relación de nueve áreas claves a mejorar: seguridad, transparencia, Estado de Derecho, certidumbre legal, fiscalidad, etc.; que éstos aceptaron con expresiones positivas enmarcándolas en los planes de su Gobierno volviendo atractiva la inversión a los occidentales.
En el ránking de Trasparency Internacional, organización no gubernamental que vigila la corrupción mundial, el Afganistán de Karzai, ocupa el segundo lugar (con nota de 1,4 sobre 10) entre 178 países, sólo superado por Somalia, el Estado fallido por antonomasia.
Afganistán, siendo un país paupérrimo tiene una alta dependencia en la agricultura, la mayor parte de la población (61%) trabaja en ese sector cultivando cereales, frutales, frutos secos y algodón, actividad que en su mayoría se realiza en las llanuras del norte, cerca de las fronteras con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán.
La economía afgana, en general, tiene muy bajo desarrollo dada la endémica situación de guerra, a la falta de un gobierno central efectivo y a la fragmentación de la sociedad en grupos tribales. Un ejemplo notable es el cultivo de opio, el cual se ha incrementado grandemente durante la última década.
Pese a la labor de la comunidad internacional y el gobierno de Karzai, la dependencia del opio sigue en aumento. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC en sus siglas inglesas), en el año 2006, el cultivo de amapola creció un 59 % y la producción de opio un 49 %.
El oro, plata, cobre, berilio y piedras semi preciosas como el lázuli, han sido explotados en pequeñas proporciones en las áreas montañosas, así como los depósitos de carbón; gas natural en el norte del país, desarrollados en la era soviética.
Aún hay sin explotar gran parte de depósitos minerales como hierro, oro, esmeraldas, cromo, zinc, uranio e hidrocarburos. La empresa estatal, China Metallurgical Group Corporation, tendría a cargo el proyecto de la futura explotación minera; además el Banco Mundial ha invertido recursos para poder manejar el proyecto.