Según los indicadores del capitalismo el imperio entró en la etapa de declinación, pero cuidado al alegrarse. Podría seguir siendo el amo si lograra imponer a la humanidad una civilización de guerra, conquista y terror. Es un error creer que los misiles no se utilizan en la caída y que es imposible conservar el poder sin la supremacía económica.
La revista estadounidense Foreign Policy dedicó su tema de portada al declive de EE.UU., "esta vez es en serio", afirmó. "El lobo acaba de llegar, y China es el lobo". En Cubadebate se lee: “’Estados Unidos está al borde de la insolvencia’. Con esas palabras, (el Secretario del Tesoro) Timothy Geithner, ha pedido al Congreso de Estados Unidos la urgencia de elevar el techo de la deuda, actualmente situado en 14.300.000 millones de dólares (14.300.000.000.000). Y es que Estados Unidos se encuentra a centímetros de ese techo, y necesita una nueva inyección de liquidez (…). Esto es lo que hace que Estados Unidos se enfrente a la más dura encrucijada de su historia. Un accidente del cual nadie saldrá tal cual llegó”. (1) Fidel Castro anota que la deuda del gobierno equivale al 100% del Producto Interno Bruto y que el déficit mensual supera los 80 mil millones de dólares. Analistas advierten que la deuda que afecta la estructura de la economía estadounidense no tiene un arreglo rápido ni fácil y solo se puede lograr a través de una suspensión de pagos o de una inflación desenfrenada. Hasta ahora China financia ese déficit.
La estrategia corporativa de trasladar sus industrias a países de mano de obra barata para concentrarse internamente en los sectores de servicios y financieros ha significado la pérdida de empleo para más de ocho millones de personas desde que comenzó la recesión y que gran parte de la demanda se cubra con productos importados. Los flujos de capital norteamericano en lugar de costear inversiones más productivas prefieren sostener el gasto en vivienda y bienes de consumo en general.
Brasil, Rusia, India y China, según Goldman Sachs, en los próximos 50 años podrían llegar a ser la mayor fuerza económica del mundo; y este mes una encuesta de Pew Research Center muestra que un 47% de los estadounidenses piensa que la principal potencia económica del planeta es China frente al 31% que aún confía en el liderazgo de su país. El mundo unipolar norteamericano terminó. Las guerras en Irak y Afganistán son un fracaso, China crece como potencia militar, en América Latina resurgen gobiernos antiimperialistas.
En Estados Unidos el 40% de la población cree que el hombre fue creado por dios con la forma actual hace 10 mil años. Se deben traer médicos de África y matemáticos e informáticos de India y China. El odio político aumenta y a las amenazas de muerte a Obama se sumó en Arizona el asesinato frustrado de la representante Gabrielle Giffords donde murieron seis personas, entre ellas un juez federal, y 14 fueron heridas. Sus comerciantes arman a los carteles mexicanos de la droga que en los últimos cuatro años asesinaron a casi 35 mil personas y grandes bancos lavan dinero de narcotraficantes. La distribución clasista del ingreso se acentúa, los directivos de las mayores empresas que en 1980 ganaban una media 42 veces mayor que los trabajadores, el año 2001 lo hacían 531 veces. Sin embargo pese a esta situación el imperio puede recuperarse imponiendo por las armas una civilización distinta de la actual.
Escribe Chris Hedges: “Las dos grandes visiones sobre distopías futuras han sido “1984”, de George Orwell, y “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley. El debate existente entre quienes observaban nuestro deslizamiento hacia el totalitarismo de las corporaciones giraba en torno a quién de los dos escritores tenía razón. ¿Viviríamos dominados, como escribió Orwell, por una vigilancia represiva y un estado de seguridad que utilizaría formas de control brutales y violentas? ¿O, como Huxley imaginó, nos sentiríamos fascinados por el entretenimiento y el espectáculo, cautivos de la tecnología y seducidos por un derroche consumista que envolvería nuestra propia opresión? Pues ha resultado que ambos, Orwell y Huxley, tenían razón. Huxley fue capaz de imaginar la primera fase de nuestra esclavitud. Orwell la segunda.”
Mientras Estados Unidos retrocede en el modelo Huxley cabe hacer una pregunta, ¿su gigantesco aparato bélico es un derroche sin sentido o está pensado para la visión “1984” de Orwell?. USA posee un ejército, marina, aviación sin rivales comparables. Domina en el espacio y el ciberespacio. Ocupa entre 800 y mil bases en el extranjero. Desarrolla la tecnología para hacer blanco en cualquier lugar del mundo en una hora. Su armamento nuclear puede destruir la Tierra varias veces. Construye un escudo antimisiles que le permita atacar con impunidad mientras bloquea al rival. Para tener opción antes del empleo de armas nucleares perfecciona bombas convencionales de un poder casi equivalente. El presupuesto militar del Pentágono supera al de todos los países del mundo juntos. Cuando en la Casa Blanca se le dice a Obama que no puede oponerse a los militares, guarda silencio.
Conociendo la historia criminal de los magnates globales no se debe dudar que el imperio cambiará las formas de relacionarse con tal de no desaparecer. No dejará que China ni nadie lo iguale en capacidad de guerra, lo ha dicho. Antes atacará iniciando una civilización fascista global.
Hay que denunciar el peligro y preparar la alternativa socialista de futuro con que oponérsele. A una dictadura genocida poscapitalista hay que enfrentarle un mundo solidario y sustentable. Es necesario empezar ahora y no es fácil por la tendencia de los socialistas a no considerar la crisis del porvenir.