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actualizado 4 de mayo 2011

Como Piedra Angular
No puedo porque soy católico. Hay multitud de situaciones que se están produciendo, y no nos paramos a pensar lo que la moral católica dice al respecto
Por Alfredo Hernández S.

La Iglesia, desde sus comienzos ha chocado con la sociedad del momento. Inicia sus pasos cuando la cultura grecolatina era la existente. Ahora el modernismo, lo “progre”, nos ha devuelto a los inicios de la Era Cristiana. Aquellas costumbres nos escandalizan, ahora convivimos con ellas. Así andaban y así andamos.

Se puede llegar a decir. No puedo porque soy católico. Hay multitud de situaciones que se están produciendo, y no nos paramos a pensar lo que la moral católica dice al respecto. Cuando el católico da su opinión es frecuente oír. “eso dice la Iglesia Católica, que de eso no entiende”. Lo que sí se entiende es que no nos gusta negarnos lo que nos apetece y nos planteamos como lícito, pasando de puntillas, para hacerlo, algo que es moralmente reprobable. Un hijo es un don y no un derecho para conseguirlo de cualquier modo. Esto me ha venido a la cabeza como consecuencia de los escándalos de esos niños vendidos, o como haya sido, al parecer tras ser sustraídos en diversos centros. Comprendo el desasosiego de esos de esos hijos a los que se ha robado su identidad. Pero todo es superable con la técnica.

Ocurre, he leído, que en Norteamérica se están dando varios casos de hijos concebidos por fecundación “in vitro”que andan con la misma ansiedad que los antes referidos, ya que su origen, muchas veces, se ha debido a esperma y óvulos de donantes desconocidos.

Concretamente, una joven se queja de no sabe su origen, y que la técnica usada en su concepción era la empleada en las granjas de cría de animales, pero entonces se llevaban controles por los granjeros, ya que conservaban los expedientes genealógicos de sus ganados. Como se deduce de esta explicación, las personas merecen menos respeto que los animales; al menos esa impresión da.

Muchos de los concebidos, dicen no sentirse bien, pero tampoco les gusta exhibirse en programas de TV mostrando su dolor. El sentimiento que predomina es pensar que sus genes son la suma, habitualmente, de dos personas que nunca se quisieron, que nunca bailaron juntos y ni siquiera se conocen.

“No todas las historias para la consecución de un bebé rozan lo negativo, Hay padres encantados y el niño les quiere. Pero hacer felices a papá y mamá, ¿es suficiente para justificar el hecho de fabricar un niño? , escribe Michael Cook, editor de Mercator Net, com. Indudablemente da para pensar, sin entrar a averiguar cómo se consiguieron los gametos. El mercado que conlleva. y desde luego la inmoralidad de estas manipulacione.

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