El Instituto de Investigación del Ciclo Económico (ECRI), cuyos indicadores económicos para proyectar índices anticipados, apuntan que Estados Unidos se encamina hacia un abismo económico. Afirma en su Web Site, que la economía estadounidense se está “inclinando hacia una nueva recesión, y no hay nada que las autoridades pueden hacer para evitarla”.
Las economías mundiales y estadounidense están en riesgo, las primordiales fuentes de incertidumbre son el prolongado debate relativo a los problemas de la deuda soberana de la eurozona y la futura generación de empleos en Estados Unidos.
La actual crisis del sistema financiero capitalista detonó en 2008 en Estados Unidos, irradiándose a todas las economías europeas conectadas, con menores repercusiones en América Latina y otras zonas del mundo. Los gobiernos de tales países desarrollados, justifican los rígidos recortes a los derechos socio-laborales impuestos en la necesidad de apaciguar a los mercados.
Los países ricos (América del Norte, Europa y Japón) atraviesan el mayor sismo económico-financiero desde la crisis de 1929. La Unión Europea, por vez primera ve amenazada su cohesión y su existencia. El peligro de una gran recesión económica, debilita el liderazgo internacional de Norteamérica y el surgimiento de nuevos polos de poderío a esa misma escala.
En los últimos 25 años, la resistencia de la economía de Estados Unidos, que siempre ha remontado pese a guerras, ataques terroristas y el hundimiento de las acciones, se ha disminuido, tras la explosión de la burbuja inmobiliaria. El colchón que en el pasado la ayudaba a amortiguar estos golpes ya no está funcionando como antes.
En consecuencia, la recuperación económica es una de las más anémicas desde la Segunda Guerra Mundial. Realmente son malas noticias cuando el país afronta la amenaza de una cesación de pagos de su deuda.
Descuella entre las razones que explican la vulnerabilidad de la economía, el hecho de que los consumidores endeudados y con exiguos ahorros tienden a gastar menos en cuanto decaen sus ingresos. La confianza es más frágil. Los economistas denominan la era que abarca desde fines de los 80, hasta inicios de la década anterior “La Gran Moderación”, en cuyo transcurso las fluctuaciones de la economía fueron amortiguadas. Esa época pasó.
El economista de Harvard James Stock, quien contribuyó a acuñar el término, sostiene que la volatilidad actual en la producción, el ingreso y el consumo es similar a la de hace 25 años y agregó: “En esta recesión y sus secuelas, esos mecanismos que moderaban la caída, esos elementos que absorbían los golpes, claramente han sido dañados”.
Desde hace dos años, la economía de los Estados Unidos, viene expandiéndose y los analistas aguardaban que se impulsara en la segunda mitad del año, estimulada por una robusta demanda externa, inversiones en el país por empresas con mucho efectivo acumulado y la renovada disposición de los consumidores a gastar conforme se destraban de sus deudas.
Este año, la economía fue sacudida por varios shocks. El terremoto en Japón, interrumpió la producción de autos. Las turbulencias políticas en Medio Oriente, dispararon los precios del petróleo. El consumo de los estadounidenses, en términos reales, inusualmente cayó en abril y mayo.
Robert Hall, profesor de la Universidad de Stanford, calcula que tres cuartas partes de las familias estadounidenses, no poseen siquiera el equivalente a dos meses de ingresos ahorrados en efectivo u otros activos líquidos.
Actualmente, los Estados Unidos parecen estar atrapados en un peligroso y alarmante callejón sin salida económico, ya que los mercados financieros reaccionarían negativamente y el retraso para hacer frente al déficit fiscal se traduciría en una mayor deuda nacional.
La negativa de los republicanos y de los demócratas a ceder terreno en lo que se refiere al presupuesto está impidiendo que el gobierno encare a su enorme déficit fiscal y a su deuda nacional que crece vertiginosamente.
La posibilidad del gobierno de ayudar a absorber los altibajos está severamente limitada.
Con la deuda en los actuales niveles, la Casa Blanca insiste en moderar los gastos. A su vez, la Reserva Federal (Fed) es reacia a efectuar otra ronda de compra de hipotecas y bonos del Tesoro para estimular el crecimiento.
La moneda única (el euro), se tambalea al peligroso ritmo de los mercados financieros cada vez más nerviosos, que se desploman poco a poco con cada anuncio oficial o especulaciones extraoficiales sobre un inviable y costoso programa de salvamento de la economía griega y su contagio a Italia.
Los mercados financieros abominan la vacilación; los gobiernos de la eurozona han dado significativos pasos en la dirección correcta, en aras de resolver la crisis del euro, pero, obviamente, no avanzaron lo suficiente como para tranquilizar a estos.
Dichos mercados, los grandes inversores internacionales y los grandes especuladores, se han convertido en los amos y señores de la situación. Entes no electos por el ciudadano, han pasado de facto a condicionar la política económica, laboral y social de gobiernos “supuestamente soberanos”.
El curso de la globalización parece suspendido. Se habla cada vez más de “desglobalización” y “descrecimiento”. El péndulo había ido demasiado lejos en la dirección neoliberal y ahora podría oscilar en el sentido contrario.
* Diplomático, Jurista y Politólogo