En días recientes, Italia, tercera economía de la zona euro sustituyó a España para transformarse en el foco de las preocupaciones de los mercados sobre el euro. La evolución de los mercados de bonos de Italia y España “son causa de profunda preocupación”, reconoció el presidente de la Comisión Europea, y brazo ejecutivo de la Unión Europea, José Manuel Barroso.
El Fondo Monetario Internacional, estima, fue la séptima economía mundial y la cuarta de Europa. Integrante del G8, la Unión Europea (UE) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Desarrollado dentro de la órbita de la UE, el comercio exterior presenta una balanza comercial positiva, siendo en 2008, el sexto país del mundo en volumen de exportación con 546,900 millones de dólares. Su PIB per cápita (PPP) es de 30,200 dólares (estimaciones de 2009).
En el contexto socioeconómico, según datos del Banco Mundial, Italia se caracteriza por tener una reducidísima tasa de natalidad: apenas 1 hijo por mujer, con un descenso mantenido en las últimas dos décadas, que la sitúan en el puesto 162 de los países con mayor índice de nacimientos.
Después de arriesgadas maniobras, la eurozona estaría cerca de resolver sus más urgentes desafíos políticos. La creación de un gobierno griego de unidad nacional bajo el liderazgo del ex funcionario del Banco Central Europeo, Lucas Papademos, debería garantizar que el país obtenga el próximo tramo de sus fondos de rescate, evitando con ello, un desordenado incumplimiento crediticio en diciembre.
Similarmente, parece que Italia aprobará nuevas medidas de austeridad y designará un gobierno democrático encabezado por el ex Comisionado Europeo, Mario Monti, lo que reduciría las presiones sobre los rendimientos de los bonos del país, que han vuelto a caer por debajo del 6,8% en relación al máximo del 7,5% registrado últimamente.
“Hay una emergencia, pero podemos superarla mediante un esfuerzo común”, expresó Monti a la nación poco después que el presidente italiano le exhortara a ver si es hábil de aunar el apoyo político y sacar al país de uno de sus peores lances ulterior a la Segunda Guerra Mundial.
Los verdaderos problemas del euro recién podrían estar empezando. La crisis de deuda de Grecia ciertamente ocasionó daños a la moneda única. Más no hay parangón con lo que ocurrirá si también se deteriora la posición de deuda de Italia. La diferencia no es sólo el nivel del problema (la deuda externa de Italia ronda US$2,5 billones, casi cinco veces el tamaño de los US$500.000 millones de Grecia), el punto es que los líderes europeos no tienen idea de cómo impedir que Italia caiga en cesación de pagos.
Las conversaciones de los últimos meses referentes a proporcionar algún tipo de red de seguridad a países como Italia, por medio del incremento del tamaño del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF).
Empero, las actuales expectativas de que países como China, jugarían un rol mayor (con contribuciones a través del Fondo Monetario Internacional), se diluyen rápidamente y resulta improbable que a cambio se les admita a esos donantes expandir su influencia en el fondo controlado por Estados Unidos.
La deuda pública italiana asciende a los 1,8 billones (millones de millones) de euros, un 120% del Producto Interno Bruto (PIB). Además, el rendimiento de los bonos italianos a 10 años subió a 7,4%, un signo de que los inversores pierden la fe en el tercer mercado de bonos soberanos. De no operar la intervención del Banco Central Europeo, los rendimientos acaso habrían subido mucho más en la última semana señalan economistas.
Portugal e Irlanda, fueron forzados a recibir salvamentos financieros posteriores a que los rendimientos de sus bonos superaran el 7%, un nivel que muchos analistas de mercado consideran insostenible. El Banco Central Europeo ha sido de los pocos compradores de bonos italianos, lo que ha ayudado a evitar la cesación de pagos mientras los mercados financieros esperan que los políticos italianos actúen conjuntamente.
Tras agobiantes y tensas negociaciones, a mediados de octubre, el Banco Central Europeo y los gobiernos eurozónicos deciden destinar 750 mil millones de euros (récord absoluto desde todo punto de vista) pro-estabilidad y paridad cambiaria del euro frente a otras divisas.
Probablemente, la rentabilidad de los bonos italianos haya traspasado un punto sin retorno. Mientras, los gobiernos se derrumban en Grecia e Italia, y los líderes políticos continúan mostrando poca capacidad para intensificar los esfuerzos hacia una solución.
La forma de hacerlo podría determinar el futuro del euro. El hecho de que Italia sea la tercera economía de la eurozona, a la zaga de Alemania y Francia, hace que sus socios europeos posiblemente no sean capaces de rescatar al país, caso siga la estela de Grecia, Irlanda, Portugal y España.
Es factible que se requiera un plan de rescate de enormes proporciones para eludir una quiebra catastrófica: Italia necesita 30.000 millones de euros para refinanciar su deuda este año y más cantidad en 2012. Cabe preguntarse quién va a aportar todo ese dinero para mantener a Roma a flote.
El Fondo Monetario Internacional, en la última reunión del G-20, discutió una ampliación de sus recursos que no alcanzó consenso alguno. Lógicamente, las entidades crediticias internacionales se resistan a poner en juego más dinero de sus contribuyentes, dada la riqueza de la eurozona y la magnitud de los problemas de Italia.
El drama instituye una nueva etapa en la crisis de los bancos europeos. Los bancos irlandeses fueron víctimas del estallido de la burbuja inmobiliaria. Sus contrapartes griegos sufren los estragos de la implosión económica del país. Por su parte, los bancos franceses, pagan el precio de su expansión en países como Grecia.
En cambio los bancos italianos, están en aprietos por registrar en sus libros una inversión que en su momento pareció muy conservadora: deuda del gobierno italiano. Todos estos nos llevan a la interrogante: ¿Italia es la verdadera amenaza para el euro?. Esperemos a ver qué sucede. ¿Ha terminado el drama?. Difícilmente.