El último descubrimiento de la Física, el neutrino, el cual supera la velocidad de la luz, ya ha encontrado su campo de verificación práctica en la crisis capitalista mundial. Los que hasta hace pocos meses eran bancos sólidos, que habían pasado las pruebas de resistencia y solidez ante escenarios desfavorables, se han convertido ahora en entidades decrépitas que necesitarían una ‘recapitalización’ de 200 mil millones de euros, la que observadores más imparciales elevan hasta el billón de dólares. Esto no vale solamente para la Unión Europea: en Estados Unidos, el Bank of America y el Morgan Stanley tienen sus cuentas en estado deplorable, lo que ha disparado la prima que tienen que pagar sus acreedores en concepto de seguro contra un ‘default’ a 600 puntos sobre la tasa corriente; el valor de mercado de ambos bancos se cotiza un 40% debajo de su valor de libros. Uno de los bancos que había superado aquella ‘prueba’, el franco-belga Dexia, capotó la semana pasada, cuando descubrió que nadie quería refinanciar sus deudas en el mercado monetario de corto plazo. La versión oficial es que, para superar la quiebra, los gobiernos de Francia y Bélgica tuvieron que inyectar 8 mil millones de dólares -una falsedad que raya en la estafa. Dexia, con activos (préstamos y títulos privados y públicos) por 550 mil millones de dólares, tuvo que ser ‘nacionalizada’ en forma parcial para que los Estados envueltos pudieran hacerse cargo de activos incobrables (tóxicos), que se estiman entre 100 mil y 150 mil millones de euros. Dexia ya había sido ‘rescatado’ en 2008, ocasión en que recibió dinero público por decenas de miles de millones de euros. Como quiera que la situación del banco franco-belga es compartida por una mayoría de bancos europeos, los cuales tampoco tienen acceso a financiamiento de corto plazo. Numerosos observadores aseguran que, de no mediar alguna acción extraordinaria, la banca europea (que, repetimos, había pasado holgadamente las ‘pruebas de resistencia’) se desintegraría en un plazo de ¡noventa días! La quiebra de Dexia motivó una reunión de urgencia entre el francés Sarkozy y la alemana Merkel, quienes elaboraron una solución que se cuidaron de no dar a conocer. Las Bolsas celebraron este impasse, en los días siguientes, con una suba de las cotizaciones. No se sabe si fue un síntoma de confianza en esos políticos o una recompra de acciones que habían vendido a la baja, especulando con un derrumbe, antes de la reunión.
El papelón de las ‘pruebas de resistencia’ estaba descontado, porque los encargados de la ergometría habían sido instruidos a valuar los títulos públicos en poder de los bancos a su valor nominal y no a su valor de mercado, que es un 50/70% inferior -y a cerrar los ojos ante la falta de previsiones de los bancos por la posibilidad de ‘defol’ de la deuda privada que poseen. Lo más perverso de esta historia es que los bancos habían sido convocados antes por las autoridades estatales a comprar, en forma masiva, la deuda que emitían los Estados para financiar a los bancos que estaban en crisis, con la promesa de que podrían mantener los títulos públicos en sus libros a valor nominal. El círculo perfecto: 1) los Estados ‘rescatan’ a los bancos; 2) luego los bancos salen al socorro del Estado comprando deuda pública con dinero que obtienen contrayendo nuevas deudas; 3) con bancos y Estados quebrados se forma un ‘pool’ de Estados para emitir una deuda conjunta para proceder a un nuevo rescate bancario. Es claro que esto deberá terminar con nuevas quiebras y rescates, mientras se procede a una expropiación implacable de los ahorros y los ingresos de los trabajadores.
Las negociaciones para encarar una mega-operación de ‘rescate’ bancario anuncian algo nuevo que, sin embargo, ya era conocido. En efecto, el desplazamiento de la atención hacia los bancos significa que se ha aceptado el ‘defol’, por lo menos el de Grecia, así como también los de Portugal e Irlanda. La ‘recapitalización’ de los bancos sería el blindaje que recibirían para aguantar una quita de la deuda griega superior al 70%. También aquí operó el neutrino, porque hace solamente 60 días se había llegado a un acuerdo total para ‘salvar’ a Grecia con una quita del 21%, que enseguida se reveló que no era tal y que una mayoría de bancos tampoco aceptaba. La cara de optimismo de los jefes de Estado ante los nuevos acuerdos que anuncian contrasta con el fracaso descomunal de los acuerdos que acababan de firmar apenas semanas antes.
‘No es el capital (contable), estúpido’.
“Se contuvo el pánico, pero no la crisis”, reflexiona un analista de Ambito Financiero, sin revelarnos si es un juicio optimista o, al revés, el anticipo de un nuevo ‘pánico’. Como se ve, al cabo de cinco años de crisis mundial, la confusión (interesada) es grande. La llamada ‘recapitalización’ de los bancos es una nueva bicicleta financiera a costa del dinero público. El problema no es siquiera el capital de los bancos, que es siempre una fracción mínima del movimiento financiero actual. El problema reside en los activos de esos bancos, que son en su mayor parte incobrables, y en los fondos paralelos creados por esos mismos bancos, los cuales operan sin supervisión, con activos cien veces mayores que el capital de los bancos. El sistema financiero mundial se encuentra, simplemente, en bancarrota y el reconocimiento de esta situación significaría un desplome de las relaciones financieras, sociales y económicas del capitalismo tal como fueron desarrolladas a lo largo de los últimos treinta años. De cualquier modo, la ‘recapitalización’ es inviable: por un lado, porque nadie está dispuesto a poner capital nuevo cuando ocurre precisamente lo contrario: que han cesado los préstamos a corto plazo entre bancos y cae el número de fusiones y adquisiciones de empresas. Por otro lado, los bancos no aceptan, salvo excepciones, la nacionalización parcial que implica la incorporación de capital por parte del Estado. Por si eso fuera poco, hay una confrontación inevitable sobre el procedimiento de la ‘recapitalización’, porque Alemania, por caso, no está dispuesta a ‘rescatar’ bancos franceses (se menciona al Société Générale y al Paribas), salvo que el paquete de rescate incluya una ventaja para los bancos alemanes sobre sus rivales. El conjunto del sistema financiero europeo se encuentra, adicionalmente, bajo una fuerte presión de los fondos de dinero de Estados Unidos, los que cubren con préstamos de corto plazo el financiamiento, por ejemplo, de los bancos franceses. “La exposición de los bancos norteamericanos a los bancos europeos es de 640 mil millones de dólares, según el Congreso de Estados Unidos (Ambito Financiero, 12/10). La señora Merkel, por eso, no sólo está sometida a los ruegos de su colega francés, sino a las presiones brutales de Obama y el capital norteamericano.
Sarkozy y Merkel anunciaron un acuerdo al que no llegaron todavía, pero que ya desató las iras de Berlusconi, quien denunció la exclusión de Italia. El binomio se defendió diciendo que no pretendía instaurar un “directorio europeo” -que es lo que pretenden hacer efectivamente. Los alemanes y franceses codician la industria estatizada, total o parcialmente, de Italia. Fiat acaba de salir de la Federación Patronal de Italia, porque ha confiado la protección de la automotriz a los norteamericanos a partir de la fusión con Chrysler. De todos modos, ¿en qué podría consistir el acuerdo franco-alemán? En convertir al Fondo Europeo de Rescate, instaurado el año pasado, en una entidad con capacidad para emitir títulos de deuda por varias veces su capital de 440 mil millones de euros -una recaudación de dos a tres billones de euros con garantía de los Estados de la Unión Europea.
Lamentablemente, estos Estados no pueden garantizar nada, porque ellos necesitan ser garantizados. A plazo mayor, la iniciativa delata la intención de unificar las Tesorerías de los países de la Unión Europea, es decir liquidar la soberanía fiscal de las naciones europeas y, en definitiva, su soberanía política. Sería el derrumbe del ‘gaullismo’ francés, para el que la Unión Europea debía ser un blindaje para los nuevos bríos del nacionalismo de Francia. Asimismo, cerraría un ciclo político: el establecimiento del euro -con el argumento de neutralizar el poderío de Alemania como consecuencia de la absorción de la ex zona soviética del país- habría servido para lo contrario: operar como el canal para convertir a la Unión Europea en un protectorado disimulado de Alemania. Se confirma la previsión de Lenin, quien denunció el planteo de “los Estados Unidos de Europa” como una “utopía reaccionaria”.
Rivalidades.
Esta movida ya ha desencadenado la reacción de Rusia, a partir de la intención declarada de Putin de organizar una zona político-económica euroasiática en las fronteras de la ex Unión Soviética. Ninguna de estas reconfiguraciones políticas podrá seguir adelante sin el pasaje por grandes crisis políticas y el involucramiento en ellas de Estados Unidos, así como de China y Japón. La fase de ‘los estímulos económicos’, que implementó China en 2008, se ha agotado y ahora enfrenta una crisis financiera por la amenaza de quiebra de los desarrolladores inmobiliarios financiados por los bancos y el super-endeudamiento de las entidades estatales locales (“Las empresas chinas son golpeadas por la desconfianza de los inversionistas” es un título reciente del The Wall Street Journal). “El gobierno de Pekín anunció, el lunes 10, que había inyectado capital en los cuatro principales bancos de Cuha, que prestaron volúmenes récords en los dos últimos años y ahora enfrentan el riesgo de aumento de los créditos podridos en sus balances. Los recursos fueron transferidos a las instituciones financieras por medio de la compra de sus acciones en el mercado secundario por la Central Huijin Investment, el fondo soberano del país, el cual actúa en el mercado doméstico”. Lo interesante de esta compra de acciones privadas por parte de un fondo del Estado es que la restauración del capitalismo en China ¡suponía la ‘compra’ de acciones del Estado por parte del capital privado!
Todos los observadores advierten que la recesión inevitable en Estados Unidos dejará al desnudo el fondo de la crisis mundial, como ya ocurrió a finales de 2008 cuando se paralizó el comercio mundial: una sobreproducción sin precedentes de capitales en relación a la capacidad de absorción del mercado mundial creado por esa sobreproducción gigantesca.