La diferencia sustancial entre Hollande y Sarkozy con respecto a la política internacional se engloba dentro de un tema casi doméstico: la relación con Alemania.
“América Latina”, como llamamos a nuestra región, fue un término impuesto por Francia a mediados del siglo XIX para poder influir política y culturalmente en el continente que nunca había podido establecerse.
Napoleón III intervino en México apoyando el establecimiento del emperador Maximiliano de Habsburgo (1863-1867). Así, París ingresaba en la zona que durante siglos dominaron España y Portugal y a partir de 1823, mediante la Doctrina Monroe, lo haría Estados Unidos.
Las relaciones entre Francia y América Latina han sido intensas en la década del 90 del siglo pasado, pero sufrieron una desinversión a partir de 2000.
Sin embargo, desde la llegada de Nicolas Sarkozy al poder los lazos comerciales se incrementaron, principalmente con Brasil, México, Chile y la Argentina.
El candidato socialista, Françoise Hollande, no suele referirse a la política internacional que pretende implementar, principalmente porque ese no es un tema central para el electorado.
Asimismo, las diferencias en materia de relaciones exteriores entre los dos candidatos presidenciales franceses no son muy profundas.
América Latina
Con respecto a la Argentina, Francia aumentó en los últimos años la compra de productos agrícolas. En 2010 el intercambio bilateral llegó a 1,6 millones de euros, un crecimiento del 33% con respecto a 2009.
En tanto, los bienes de capital franceses constituyen el 60% de las exportaciones de París hacia nuestro país, mientras los productos relacionados con el sector automotriz llegan al 30 por ciento. Actualmente, existen 250 empresas y grupos franceses establecidos en la Argentina.
Aunque, Francia continúa implementando una política proteccionista, reconocida por el ministro francés de Agricultura, cuando en 2010 manifestó: “Francia no es el vertedero de los productos agrícolas americanos”.
El principal socio latinoamericano de París es sin dudas Brasil. Mantiene un stock de inversiones de alrededor de 8.000 millones de euros.
Sarkozy fue el primer mandatario francés en solicitar que Brasil ocupe un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU y de permitir una mayor presencia brasileña en el FMI y el Banco Mundial, símbolos de las prósperas relaciones que están experimentando ambos países.
La venta de la venta de 36 aviones de combate “Rafales”, sumada al programa de modernización de las Fuerzas Armadas de Brasil por parte de París, es otra muestra del incremento de los acuerdos bilaterales.
Además, más de 400 firmas francesas emplean a más de 400.000 brasileños. Con respecto a las inversiones directas, Francia es el cuarto asociado de Brasil en términos de stock, por delante de China.
Con el resto de la región, la relación es estrecha. París es el primer socio de Chile en cooperación científica, es el segundo inversor en Venezuela y el tercero en Colombia.
África y Asia
Sin embargo, la prioridad exterior para Francia es mantener la Françafrique – la política de dominación económica y política en África – y su influencia en Medio Oriente. Ambos candidatos coinciden en estos puntos, como también en retirar las tropas de Afganistán.
El alineamiento de Sarkozy con los intereses israelíes y norteamericanos lo diferencia de la política Mitterand-Gaullista, más independiente, que ha tenido Francia.
La influencia directa en la llamada Primavera Árabe fue crucial para que cambiaran los regímenes que no abrieron sus mercados a Francia, como el caso de Libia y que se acallaran las protestas en contra de dictadores aliados. Hollande manifestó que apoyaría una intervención militar en Siria.
En África, Francia apoyó el golpe de Estado en Mauritania en 2008 y el de Níger en 2010 por el hecho de que el presidente había quebrado el monopolio nuclear francés de la empresa Areva para abrir inversiones de otras compañías.
Por otro lado, mientras se desarrollaba el bombardeo de la OTAN contra Libia en 2011, París envió una fuerza de combate a Costa de Marfil para ayudar a llegar al poder al actual presidente.
Europa
Pero, la diferencia sustancial entre Hollande y Sarkozy con respecto a la política internacional se engloba dentro de un tema casi doméstico: la relación con Alemania.
El socialista se mostró de acuerdo con una baja de las tasas de interés del Banco Central Europeo (BCE) con el fin de apoyar al crecimiento.
Sarkozy, en cambio, aceptó los duros términos que Angela Merkel impuso para el resto de Europa, principalmente la negativa de emitir eurobonos, la oposición a que el (BCE) intervenga en la compra de deuda y la regla que impide superar el déficit fiscal en un 3% del PBI, medida a la que Hollande se opone.