Los Estados Unidos y China no son solo superpotencias económicas y políticas, sino también deportivas. Esta es la primera conclusión a la que podemos arribar tras observar el medallero final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Las 46 medallas doradas de los norteamericanos y las 38 de los asiáticos demuestran la superioridad de estas naciones por sobre el resto. El tercero en escena es Gran Bretaña que, ayudado por ser el país organizador y contar con mayor cantidad de atletas, consiguió 29 medallas doradas (menos de la mitad que China).
Es cierto que contar con un alto PBI es un factor central para conseguir importantes resultados olímpicos. De hecho, los países miembros del G8, naciones de mayor peso político, económico y militar a nivel mundial, ocuparon seis de los primeros ocho puestos del medallero (en orden de medallas: Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, Alemania, Francia e Italia). Pero el PBI no lo es todo. A continuación, algunos ejemplos que demuestran lo contrario. Brasil, potencia emergente, miembro del BRICS y poseedor del séptimo mayor PBI a nivel global, se vio relegado al puesto número 22. El caso de la India no es muy diferente: es la octava economía mundial, pero solo alcanzó un pobre puesto número 55 en el medallero.
Observando los resultados, encontré un factor histórico que, a pesar del paso de los años (y las décadas), no deja de tener peso: la herencia comunista. Si bien ya trascurrieron más de veinte años de la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, pareciera que las estructuras de organización y entrenamiento deportivo de los países que alguna vez pertenecieron a aquel bloque siguen vivas. A los números me remito. Cuba, con el PBI número 66 a nivel mundial, alcanzó el puesto 16 del medallero (el mejor latinoamericano); Kazajistán con el PBI número 50 se ubicó décimo segundo; República Checa con el PBI 44 ascendió al puesto 19 y Corea del Norte con el PBI número 92 se posicionó en el vigésimo lugar en los Juegos. Podemos ir un poco más allá en el análisis. Si sumamos las medallas doradas de las antiguas repúblicas soviéticas, estas alcanzan la espectacular suma de 46. Es decir que, si la Unión Soviética existiera, habría empatado con los Estados Unidos en el primer lugar del medallero.
En el mundo de hoy las fronteras de algunas regiones tienden a desaparecer. Vivimos en una época donde la división del globo en bloques políticos y económicos se hace más y más determinante. La regionalización del planeta se transforma en un aspecto central para el análisis de la realidad internacional, y es por esto que podemos utilizarla para estudiar y comprar los resultados olímpicos. Si hiciéramos un medallero compuesto de bloques y no de países, este sería el resultado: Unión Europea (en crisis) 92, NAFTA 48, Comunidad de Estados Independientes 39 y Mercosur 5. Por supuesto que existen muchísimos más bloques, organizaciones supranacionales y zonas de libre comercio, pero mencioné aquí solo las más estables y representativas.
La última lectura que me propongo busca refutar la simplista y repetida teoría de que los países en los que los ciudadanos gozan de mayor nivel de vida son los que más medallas obtienen. Noruega, Australia y Nueva Zelanda son los tres países con mayor Índice de Desarrollo Humano, es decir, son sociedades donde la educación, la salud y la calidad de vida son las más avanzadas. Estos tres países ocuparon los puestos 35, 10 y 15, respectivamente.
Son muchas las conclusiones a las que podemos arribar luego de un evento tan importante como lo son los Juegos Olímpicos. Ahora tendremos que esperar cuatro años para ver cómo se comportan estas variables dentro de un mundo en constante evolución.