En nuestro afán por buscar la mejor manera para fincar los caminos de una Iberoamérica más unida, solidaria e informada, incluso de su propia historia, recurrimos a la revisión de las relaciones que ha tenido nuestra región con el vecino más distante del continente, Canadá, un país que ha mantenido un bajo perfil debido a sus lazos innegables con EE.UU., pero que por sus cualidades bien puede ser visto como un gran proveedor, demandante, inversor y receptor en términos económicos y sociales.
Las relaciones contemporáneas de Canadá (tanto económicas, como político- diplomáticas y en última instancia sociales) con Iberoamérica datan de la década de 1930, periodo en el cual, mediante el estatuto de Westminster (1931), Reino Unido dotó de plena autonomía a sus dominios extraterritoriales, dándoles la facultad de promulgar, por medio de sus parlamentos, leyes y reglamentos internos, que no debían estrictamente seguir las pautas de la legislación inglesa. Hay que resaltar que Canadá obtuvo su independencia de forma pacífica en 1867, cuando se promulgó la British North America Act (Acta de la Norteamérica Británica) la cual fue proclamada por la reina Victoria.
Sin embargo el país norteamericano, aunque auspiciado por la Gran Bretaña, estableció mediante sus empresas, antes de la promulgación de este documento, vínculos con los países de América Latina, sobre todo en la dotación de servicios como: sistemas de tranvías, teléfonos, luz, energía, gas e hidro-electricidad.
Estas empresas se favorecieron del capital inglés y del avance tecnológico estadunidense de principios del siglo XX. También hubo acercamientos mediante misioneros católicos de Quebec, quienes apoyaron a la iglesia católica latinoamericana y fincaron vínculos importantes que ensalzaban la idea de regiones hermanas; regiones latinas, haciendo alusión al Quebec francófono y a Iberoamérica.
Las relaciones de Canadá con América Latina durante las primeras décadas del siglo XX no se llevaron a cabo de forma bilateral, sino que tuvieron lugar por medio del acercamiento de la -colectividad latinoamericana- hacia Canadá en el marco de la Unión Panamericana (UP), que era considerado como el organismo multilateral más importante del continente.
En estos años dichas relaciones se vieron afectadas por dos razones principales: en primer lugar destaca la fidelidad de Canadá hacia Reino Unido, a quien dirigía su mayor atención en materia de política exterior. En segundo lugar, destaca la relación de Canadá con Estados Unidos, la cual se caracterizaba por un acaparamiento de los estadunidenses, quienes buscaban ocupar el lugar que poco a poco dejaba el imperio inglés a principios del siglo XX. El declive de Reino Unido como potencia mundial pudo observarse durante la Segunda Guerra Mundial, el mismo acontecimiento vio nacer a Estados Unidos como la potencia más poderosa del hemisferio.
Canadá fue el primer país americano en declarar la guerra a las potencias del Eje, lo hizo una semana después de que el Reino Unido ejerciera la misma acción diplomática. El gobierno canadiense apoyó al bando de los aliados (en particular a Reino Unido).
Cuando EE.UU. entró a la guerra en diciembre de 1941, después del ataque japonés a Pearl Harbor, Canadá descubrió que debía mediar su relación con el coloso del norte ya que reconocía que éste se convertiría en el país Hegemón del continente, de modo que no era buena idea contradecirlo o enfrentarlo en su territorio de dominio natural: Iberoamérica.
Durante este periodo la posición estadunidense respecto a la entrada de Canadá en la Unión Panamericana se fue flexibilizando al grado de que a finales de 1930 insinúo que no se oponía a la entrada de Canadá a la UP, pero tampoco la alentaba.
De todos modos a principios de la década de los cuarenta Canadá todavía no tenía una política exterior establecida para AL, sólo consideraba a algunos países importantes como Brasil, Argentina, México, Chile y Cuba, pero no contaba con una representación diplomática en estos territorios.
No fue sino hasta 1941, que el gobierno de Canadá, apoyado por el ministro de Comercio del Interior y Exterior, pudo promover el contacto con sus vecinos del sur, firmando acuerdos comerciales con Chile, Argentina, Brasil, Uruguay y Ecuador. Ese mismo año abriría delegaciones en Argentina y Brasil, un año más tarde en Chile.
Es así que en 1944 Canadá extendió sus relaciones con América Latina, las delegaciones de Brasil y México fueron elevadas al rango de embajadas, y se comenzaban relaciones diplomáticas con Perú. Pese a la apertura de las embajadas y el acercamiento diplomático con algunos países de América Latina, Canadá mantuvo sus relaciones a niveles básicos durante el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sobresale del periodo de Guerra Fría la relación económica de Canadá con sus vecinos del sur y el distanciamiento político de la nación norteamericana hacia Iberoamérica, temas que serán abordados en nuestra próxima colaboración.
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