La reciente celebración anual de los derechos humanos, el pasado 10 de diciembre, coincidió también con el día en que la UE recibió el premio Nobel de la Paz. Se trata de una feliz coincidencia. Se está recompensando a la UE por su trabajo en favor de la democracia, los derechos humanos y la reconciliación, así como por difundir la paz y la estabilidad en el continente. Se trata de un gran reconocimiento de nuestro pasado. Pero también nos pone en el punto de mira a todos nosotros – las instituciones de la UE, los Estados miembros y los 500 millones de ciudadanos – para que trabajemos juntos y redoblemos nuestros esfuerzos por promocionar y proteger los derechos humanos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
De hecho, el pasado julio, la UE adoptó una estrategia en materia de derechos humanos y nombró al Representante Especial de la Unión Europea para los Derechos Humanos. Los derechos humanos son el hilo conductor de la acción exterior de la UE: desde el comercio al medio ambiente, pasando por la ayuda y la seguridad. Es el reconocimiento del hecho de que una parte fundamental de la solución de todo el sufrimiento y los conflictos humanos pasa por el respeto de los derechos humanos.
Pero sólo podemos favorecer el respeto de los derechos humanos de forma eficaz si trabajamos juntos y compartimos la responsabilidad de su promoción y protección. Para impulsar los derechos humanos, la UE necesita forjar alianzas extensas con otros gobiernos, con organizaciones internacionales, con el sector privado, y, sobre todo, con la sociedad civil. Hoy en día, la UE trabaja en estrecha colaboración con socios de todo el mundo, como las Naciones Unidas, la OSCE, el Consejo de Europa y la Unión Africana. También aspiramos a establecer una plena asociación con cientos de ONG de todo el mundo a fin de recabar su asesoramiento y amplificar el mensaje a favor de los derechos humanos.
El tema de este año del Día de los Derechos Humanos, la inclusión y la participación en la vida pública, no puede ser más oportuno. El deseo de incorporar estos principios a la sociedad es el motor de los acontecimientos que estamos presenciando en el mundo árabe hoy en día. Las medidas recientemente adoptadas por varios países de la región, y de otros próximos a ella, para lograr la transición democrática constituyen una fuente de esperanza para los habitantes de todo el mundo.
Pero estos progresos no pueden darse por sentado. Incluso en los países en los que ha habido una transición hacia el pluralismo será preciso algo más que unas elecciones para que arraigue una democracia sólida. Al celebrar el derecho a la participación pública, deseamos rendir homenaje al trabajo de todos los defensores de los derechos humanos que luchan por la libertad de expresar sus puntos de vista, por participar en las elecciones y por ocupar cargos públicos. También deseamos resaltar el importante trabajo realizado por la sociedad civil a la hora de inocular este derecho en el tejido social de un número cada vez mayor de países.
Una sociedad civil dinámica y un diálogo reforzado entre las ONG y los gobiernos y las organizaciones regionales e internacionales son claves para la protección de los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho. La semana pasada, el decimocuarto Foro Anual de ONG de la UE reunió a más de 200 defensores de los derechos humanos, activistas y responsables políticos en Bruselas. En sus países de origen son a menudo voces solitarias, pero juntos forman un coro virtual de libertad. La UE apoyará con todo su peso a estos abogados de la libertad en todo el mundo.
La razón que sustenta este apoyo es que la exclusión sigue siendo más la norma que la excepción en muchos sitios. Son numerosos los países que niegan a sus ciudadanos la posibilidad de opinar sobre decisiones clave para sus vidas. Algunos sufren tortura o cárcel por expresar su opinión. Bien lo sabe Nasrin Sotoudeh, una de las galardonadas con el Premio Sakharov 2012 del Parlamento Europeo, que ha hecho gala de un inmenso coraje al poner su vida en peligro para denunciar la restricción de los derechos de su familia. De esta forma manda un mensaje claro a Irán y al resto del mundo que inspira a los defensores de los derechos humanos de todo el planeta. Al mismo tiempo, en China, el Premio Nobel de la Paz de 2010, Liu Xiaobo sigue cumpliendo una pena de prisión de once años por sus escritos, en clara violación de su derecho a la libertad de expresión.
Las ONG han venido soportando restricciones excesivas de su libertad de expresión y asociación. Quienes respaldan tales tácticas contra ellas se escudan en la necesidad de proteger otros derechos, como la lucha contra el terrorismo. Son muchos los trabajadores de ONG y defensores de los derechos humanos que sufren diariamente la persecución y la represión o que sencillamente son etiquetados de «traidores» en sus países con el fin de intimidarles para que claudiquen. Es preciso invertir la tendencia, en aumento, a denegar el acceso a la financiación de las ONG, esencial para la existencia de muchas de ellas.
El día en que todos sintamos que compartimos la responsabilidad de responder a la necesidad urgente de defender los derechos de los demás se podrá afirmar que el movimiento a favor de los derechos humanos ha triunfado verdaderamente. El 10 de diciembre de cada año debería marcar un nuevo comienzo para este gran reto universal. Así pues, en cada celebración del Día de los Derechos Humanos no busquemos culpables y más bien unamos esfuerzos para garantizar que todos los hombres y las mujeres del mundo tengan la posibilidad de manifestar su opinión sobre las cosas que afectan a su vida privada y a la vida de su comunidad y de su sociedad. |