La debilidad de las instituciones en África Occidental, principalmente en Guinea-Bissau, crea el ambiente propicio para que narcos colombianos, mexicanos y brasileños utilicen a este país como ruta intermedia para exportar cocaína a Europa. La reciente muerte del presidente acrecienta el riesgo, ya que los cárteles están comenzando a arraigarse, con la consecuencia de un mayor consumo local. ¿Por qué las organizaciones pueden establecerse impunemente en Guinea-Bissau?
Con la muerte en París del presidente del Estado africano de Guinea-Bissau, Malam Bacai Sanhá, producida días atrás, África Occidental vuelve a encender el alerta ante el temor de un nuevo deterioro institucional que podría favorecer al cada vez más poderoso narcotráfico sudamericano.
Desde hace pocos años cada vez más cárteles narco colombianos, mexicanos, venezolanos y brasileños actúan impunemente con complicidad militar y política en Guinea-Bissau, principalmente por la debilidad que manifiesta este país en múltiples aspectos como por ejemplo las cuestiones sociales.
El mandatario fallecido había ganado las elecciones de julio de 2009, luego de que en marzo fueran asesinados el presidente Joao Bernardo Vieira y del jefe del Estado Mayor del Ejército Batista Tagmé Na Waie.
La investigación sobre el magnicidio se estaba produciendo durante el gobierno de Malam Bacai Sanhá, quién sufrió tres intentos de golpe militar en dos años y medio de mandato.
Nueva ruta de la droga
Pocos años atrás fue descubierta una nueva ruta narco que parte de Sudamérica, continúa en África Occidental y culmina en Europa, pero cada vez cuenta con nuevas ramificaciones y complicidades.
La cocaína parte de los países andinos productores, en especial Colombia y Perú, atraviesan las fronteras hacia Venezuela y Brasil para tener acceso al Atlántico y llegar más fácilmente a África.
El embarque se produce en altamar, ya que la droga llega en pequeñas avionetas hacia embarcaciones ancladas lejos de las costas, que la reciben para llevarla a África Occidental, principalmente Guinea-Bissau, en donde se encuentra el archipiélago de las Bisagos, unas 88 islas, de las cuales sólo 20 están habitadas.
El periplo de más de cinco mil kilómetros de Océano Atlántico es cubierto por las embarcaciones sin problemas, dado que no existen radares en esa parte del mundo que puedan detectar movimientos de ese tipo.
Pero también existe la ruta aérea. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga (ONUDC) y la Delincuencia advirtió que se están usando aviones transatlánticos para el tráfico de drogas después del 2 de noviembre de 2009, cuando fue hallado un Boeing 727 quemado en el desierto de Mali.
La crisis económica mundial permitió que el precio de los aviones de carga descendiera, por lo tanto cualquier cártel narco puede adquirir estas naves a precios bajos.
La ONUDC informó que Europa consume unas 146 toneladas anuales de cocaína, de las cuales un tercio provienen de Sudamérica vía África.
Narcoestado
Así como los cárteles colombianos se establecieron en México y adiestraron a las agrupaciones locales para traficar drogas hacia Estado Unidos, lo mismo está sucediendo en Guinea-Bissau, Ghana, Sierra Leona, Liberia y Guinea Conakry.
No es casual que tres de estos cinco países hayan sufrido sangrientas guerras civiles que finalizaron hace menos de diez años.
Pero la pobreza institucional de Guinea-Bissau supera a la de sus vecinos, por la herencia colonial que dejaron los portugueses cuando abandonaron el territorio en 1974 sin producir una transición ordenada que mantuviera la estabilidad del país.
Inmediatamente, Guinea-Bissau cayó bajo la órbita soviética, pero la corrupción produjo un endeudamiento enorme que, con el desmembramiento de la URSS, el país africano tuvo que recurrir al FMI, que realizó nuevos préstamos a cambio de un chantaje económico: la apertura de los mercados y el proteccionismo nacional, privatizaciones, eliminación de subsidios a productos básicos, recorte del gasto público, aumento de impuestos y flexibilización laboral.
Este ámbito de pobreza y de instituciones débiles y corruptas produjo un terreno fértil para los primeros narcos, que provenían de Brasil y que por afinidad lingüística establecieron lazos con las autoridades locales. Estas relaciones se conocieron como "A Rota Brasileira" o "Brazilian Connection".
Los narcos sudamericanos pagan a sus cómplices guineanos no sólo con dinero, sino con drogas.
Guinea-Bissau no es productor ni consumidor de cocaína, pero al circular droga como medio de pago se va a producir el mimo efecto que en México, va a aumentar el consumo y la exportación de narcóticos.
Además, la agencia de noticias Lusa informó que la policía tiene dificultades para cobrar su salario y por eso varios agentes se asocian con los sudamericanos en el nuevo y rentable negocio.
De acuerdo con la ONUDC, los traficantes sudamericanos adquieren empresas locales como lavado de dinero, y además están en condiciones de comprar elecciones, candidatos, partidos y altos mandos del Ejército.
Inestabilidad
Se sospecha que el asesinato del ex presidente en 2009 fue un hecho relacionado con el narcotráfico sudamericano. Por eso, la muerte de Sanhá en París genera temores acerca de que la precaria estabilidad que mantenía el gobierno desemboque en un nuevo golpe militar o en una proliferación mayor del narcotráfico.
Catorce partidos de la oposición se unieron para repudiar la asunción constitucional del presidente de la Asamblea Nacional, Raimundo Pereira, como mandatario interino hasta convocar a elecciones dentro de los 90 días, ya que el funcionario está acusado de encubrir a los asesinos del ex presidente Vieira.
Más allá de los conflictos políticos internos, Guinea-Bissau se transformó en una ruta propicia para los narcos sudamericanos, ya que en el último año crecieron las organizaciones y el consumo local. Teniendo en cuenta lo que sucedió con México, que cuenta con instituciones más sólidas que este país, las consecuencias pueden llegar a ser muy peligrosas para Guinea-Bissau y para el área de África Occidental, cuyas democracias son muy endebles por siglos de dominación colonial y décadas de sujeción económica a grandes multinacionales y organismos de crédito.